domingo, 26 de julio de 2009

La División Panzer V


La reorganización de las Fuerzas Acorazadas

Tras la rendición del Sexto Ejército en Stalingrado el 31 de enero de 1943, los acontecimientos se precipitan. El Ejército Rojo continúa avanzando en toda el ala sur del frente mientras la Wehrmacht trata desesperadamente de contenerlo. El día 16 los soviéticos toman la importante ciudad de Jarkov, ya en territorio ucraniano. El día 20 tiene lugar la reunión entre Hitler y Guderian mencionada al final de la entrada anterior. Ese mismo día Manstein inicia una de las acciones más brillantes de la guerra, lanzando una exitosa contraofensiva contra los ejércitos rusos que han estado vapuleando a los alemanes durante dos meses. Pocos días después, el 28 de Febrero de 1943, Guderian es oficialmente nombrado General Inspector de las Tropas Acorazadas e inicia automáticamente los trabajos relacionados con su nuevo cargo. Bajo su tutela quedarán las divisiones acorazadas, los panzergranaderos, la infantería motorizada, las tropas de exploración acorazadas, las tropas de cazadores acorazados y las unidades de piezas de asalto pesadas. Durante las jornadas siguientes se reunirá con diversos personajes relevantes de la jerarquía nazi, como Goebbels y Speer, y de las fuerzas armadas alemanas. El día 9 de marzo, en una conferencia ante Hitler y diversos representantes del OKW, el OKH y la Luftwaffe, el general expone sus puntos de vista sobre lo que debería ser la organización de la Panzerwaffe en 1943 y en 1944. En esencia, las ideas de Guderian eran las siguientes:

Objetivos:

-Estrategia de “ataque con objetivos limitados” en 1943, renuncia a formar nuevas unidades con el objeto de dotar a las unidades de plena capacidad de combate. Guderian estima que esta capacidad plena se logra cuando la división alcanza la cifra de 400 carros.
-Realización de “ataques de gran estilo” en 1944, una vez que se haya alcanzado el suficiente número de formaciones con plena capacidad de combate.

Para lograr estos, el general alemán formula las siguientes propuestas:

-El carro básico ha de ser el Panzer IV. Cada mes se ha de completar una agrupación.
-Mas adelante se podrá organizar un numero limitado de agrupaciones de Panther y Tiger, los nuevos modelos de carros que ya empezaban a salir de las fábricas alemanas.
-Con el objetivo de simplificar la producción, la industria se ha de concentrar en estos tres modelos.
-Se ha de dotar a las nuevas unidades de suficientes instructores y se les ha de otorgar un tiempo suficiente para su instrucción. No han de ser enviadas al frente hasta que concluya la misma.
-Por ello, temporalmente se ha de renunciar a pertrechar los teatros de operaciones con carros de nueva construcción, dejando actuar en ellos a las unidades procedentes de botín.
-No lanzar al ataque a los nuevos modelos Panther y Tiger hasta que no se disponga de un número suficiente de los mismos.
-El empleo continuo de las divisiones acorazadas en operaciones secundarias es un lujo que merma su fuerza. Se deben retirar del frente numerosas divisiones acorazadas para proceder a su recuperación, creando de este modo reservas móviles.
-La defensa contracarro sera misión de las piezas de asalto. La artillería de asalto debe quedar subordinada al general inspector.

Guderian nos cuenta en sus memorias como, al menos en teoría, todos los puntos fueron aprobados, menos el referente a la subordinación de la artillería de asalto. Todos estaban en contra de la medida y, por ello, Hitler no aprobó dicha propuesta. A pesar de esto, Guderian sostiene que las medidas aprobadas fueron “desbaratadas y dificultadas en su ejecución” posteriormente. Sea cual sea la causa, lo cierto es que la mayor parte de las medidas sugeridas por el general germano no se pusieron en práctica.

Entretanto, Manstein culmina su ofensiva retomando Jarkov el 14 de Marzo. De este modo, la Wehrmacht consigue equilibrar ligeramente la situación en la URSS tras los desastres de los meses precedentes. Poco después, la llegada del deshielo da a ambos bandos la oportunidad de reagruparse y reforzarse con vistas a la campaña de verano de 1943. Esta pausa permite a los alemanes reorganizar sus exhaustas fuerzas acorazadas. No obstante, antes de echar un vistazo a las divisiones panzer germanas en el frente del este en 1943, volvamos momentáneamente al teatro africano.

Una derrota anunciada

El Panzerarmee Afrika de Rommel venia retirándose desde el otoño de 1942, tras su derrota en el Alamein. Crónicamente cortos de suministros, los restos de las fuerzas del Eje en África no eran rival para las bien aprovisionadas tropas británicas comandadas por Montgomery. A los problemas de los italoalemanes vino a sumarse el desembarco anglonorteamericano en África Occidental en noviembre de 1942. Las tropas desembarcadas comenzaron a dirigirse hacía Túnez, con el objetivo de cercar allí a las fueras del Eje que retrocedían frente a los ingleses.

En esta situación, Las tropas de Rommel llegaron a la línea Mareth, ya en territorio tunecino, en febrero de 1943. En esta época, cuando la derrota alemana era ya inevitable, por fin el alto mando germano se decidió a enviar refuerzos abundantes a la zona. En lo que respecta a las tropas acorazadas, se envió al teatro africano la 10ª División Acorazada y los Batallones 501º y 503º de Blindados Pesados, que en aquellos momentos de la guerra estaban compuestos de manera mixta por carros Panzer III y Tiger. Anteriormente, algunas unidades de ese carro -muy pocas- habían sido lanzadas al combate en Rusia de manera experimental. Pero fue en África donde se emplearon con la intención de cambiar el sombrío panorama que se avecinaba para las fuerzas del Eje en la zona. No lo consiguieron.

A pesar del envió de refuerzos, el alto mando germano no puso todas las tropas bajo mando de Rommel. La mayor parte de los refuerzos enviados al teatro de operaciones africano consistía en el 5º Ejército, el cual estaba comandado por el general von Arnim. Este situó sus tropas en el norte, en torno a Túnez, en tanto que Rommel colocaba a sus Afrikaners en el sur, cerca de la línea defensiva de Mareth. Los alemanes decidieron entonces lanzarse sobre los estadounidenses a los que consideraban más inexpertos que los británicos y, por ello, más fáciles de vencer. A mediados de Febrero, Von Arnim se lanza por el norte sobre Sidi Bou Zid y Rommel hace lo propio por el sur sobre Kasserine, cogiendo en un primer momento a las bisoñas tropas americanas desprevenidas e inflingiendoles una severa derrota. A pesar de la notable descoordinación que existió entre los dos generales alemanes, los Panzers germanos volvieron a cosechar un éxito táctico que, pese a su rotundidad, no pudo alterar el escenario estratégico que, a estas alturas de la campaña, era completamente favorable a los aliados. El ataque sobre Kasserine fue el canto del cisne de los alemanes en África. Tras esta batalla, Rommel se lanzó sobre las posiciones británicas en Mareth, solo para cosechar una de las derrotas más amargas de su carrera. Poco después abandonaba el continente africano para no volver jamás. El mando de las tropas del Eje fue entregado a von Arnim, quién no pudo evitar el colapso de los ejércitos italoalemanes en Túnez, los cuales se acabarían rindiendo en mayo de 1943. En lo que respecta a las tropas acorazadas, las tres divisiones panzer germanas desaparecieron del mapa. las 21ª se volvería a formar en Francia es mismo año. La 15ª reaparecería también, pero como división de panzergranaderos. La 10ª no se volvería a constituir en toda la guerra.

En aquella época, la atención de Hitler se encontraba muy lejos. Concretamente en el sector central del frente del Este, donde una pequeña ciudad de Rusia estaba a punto de convertirse en el escenario de la mayor batalla de carros de combate de la Historia.

Kursk

En paralelo al desmoronamiento del Eje en África, los alemanes estaban reagrupando sus fuerzas para lanzarse a una gran ofensiva en el este. Las fuerzas panzer sufrieron una nueva reorganización, que eliminó de las divisiones acorazadas la mayor parte de los blindados ligeros, salvo unas pocas unidades del modelo Panzer II, los cuales se siguieron utilizando sobre todo en misiones de exploración. Al mismo tiempo, el Panzer III iba cediendo su posición de preeminencia al más armado y mejor blindado Panzer IV. En el año 1943, de acuerdo a las instrucciones de Guderian, no se formaron nuevas divisiones acorazadas en la Wehrmacht.

Hitler se decidió a atacar el saliente que las contraofensivas invernales de Manstein habían dejado en el frente ruso: el saliente de Kursk. La ofensiva recibió el nombre de “Operación Ciudadela”, y para llevarla a cabo el alto mando alemán reunió el máximo número de tropas acorazadas que pudo conseguir. Estas incluían, entre otras:

-siete divisiones acorazadas de la Wehrmacht: la 2ª, la 6ª, la 7ª, la 9ª, la 18ª, la 19ª y la 20ª.
-tres divisiones de Panzergranaderos de las SS, La Leibstandarte, la Das Reich y la Totenkopf, agrupadas en el II cuerpo acorazado de las SS.
-ademas, a varias divisiones acorazadas como la 4ª o la 5ª se les asignaron misiones de apoyo y participaron, más o menos directamente, en la ofensiva.

Las divisiones blindadas de las SS, sobre todo tras su intervención en la toma de Jarkov en 1943, iban a adquirir paulatinamente mayor importancia que las de la Wehrmacht en el conjunto de la maquinaria bélica germana. En los últimos años de la guerra, diversas divisiones de las Waffen SS serían reformadas como divisiones panzer. Además, desde mediados de 1943 en adelante, la fuerza de las divisiones acorazadas de las SS iba a ir en constante aumento. Por contra, sus equivalentes en la Wehrmacht verían disminuir cada vez mas sus ya menguados recursos.

No vamos a detenernos aquí en si el hecho de lanzarse a la ofensiva en Kursk fue un error o no, ya que no es el propósito de este análisis. Lo que sí vamos a realizar, tal y como venimos haciendo en los artículos precedentes, es una breve referencia a la composición de las divisiones acorazadas que participaron en la ofensiva.

Los alemanes lograron reunir alrededor de 2700 carros de combate, la mayor parte de los mismos encuadrados en las divisiones antes mencionadas. Es difícil ofrecer un panorama general, ya que los números varían demasiado de una división a otra. Por poner un ejemplo, la 2ª División acorazada contaba con unos 125 tanques y 60 eran Panzer IV. Por otro lado, la 18ª tenía en sus filas unos 60 blindados, de los cuales solo 24 eran del modelo IV. En general, nos acercamos bastante a la realidad si sostenemos que las divisiones acorazadas de la Wehrmacht tenían de media algo más de un centenar de carros y que en torno al 40-50% de los mismos eran Panzer IV.

Las cifras de las divisiones de las SS son más difíciles de analizar. Los números varían mucho de unas fuentes a otras. El historiador británico Gordon Williamson afirma que el Segundo Cuerpo Acorazado de las SS tenia 600 tanques justo antes de la Batalla de Projorovka el 12 de julio, esto es, una semana después del inicio de “Ciudadela”. Si tomamos esta cantidad como correcta, y teniendo en cuenta además que es de suponer que las tres divisiones de las SS que formaban este cuerpo acorazado hubiesen perdido ya parte de los blindados con los que contasen al inicio de la ofensiva, sería factible deducir que las unidades de las SS eran, como mínimo, el doble de potentes que sus contrapartes de la Wehrmacht. No obstante, también existen fuentes que consideran estas cifras como notablemente exageradas.

Durante la Operación Ciudadela, los alemanes pusieron en acción contingentes considerables de los nuevos tipos de carros de combate que salían de sus fábricas. De los blindados empleados por los alemanes en Kursk, algo más del 10% eran unidades de los novedosos modelos Panther y Tiger. Desafortunadamente para la Wehrmacht, para estos tanques todavía no se habían solucionado los fallos que toda nueva arma muestra en los primeros compases de su existencia. En otras palabras, estaban todavía “en rodaje”. Aproximadamente 300 Panther, descritos por Guderian como “nuestros hijos enfermizos”, fueron lanzados a la batalla sin que se hubiese dado el tiempo suficiente para corregir diversos errores en su suspensión y en sus sistemas de tiro. La falta de rodaje del que luego sería uno de los mejores carros de combate de la Segunda Guerra Mundial hizo que sus bajas fueran excesivas. Según el historiador español David Solar, una semana después del inicio de la ofensiva solo seguían en pie 16. Muchas pérdidas se debieron a fallos mecánicos propios y no a daños producidos por el enemigo. El papel de los Tiger, empleados en número considerablemente menor, fue más esperanzador. Su cañón de 88 mm era capaz de destrozar todo lo que se le ponía por delante, y su blindaje frontal era impenetrable para los cañones de los T-34 rusos. El centenar de carros de este modelo utilizados en el ataque sobre Kursk tuvo, a pesar de sufrir también numerosos fallos asimismo achacables en gran medida a su juventud, un papel bastante destacado en los enfrentamientos en los que tomaron parte. Estos nuevos tanques se agruparon en destacamentos o compañías que se adhirieron a las divisiones acorazadas. Por ejemplo, cada división del II Cuerpo Panzer de las SS tenía una compañía de Tiger I formada por 15 carros de este tipo.

A pesar de la concentración masiva de carros de combate y del empleo de los nuevos ingenios acorazados, la Wehrmacht no consiguió superar la formidable barrera defensiva que los soviéticos, informados de las intenciones germanas por sus servicios de inteligencia, habían situado en torno a Kursk. El Ejército Rojo desplegó alrededor de 3000 carros de combate en la zona. Las cifras de pérdidas, tanto las alemanas como las soviéticas, son difícilmente contrastables. Podemos estimar, y solo estimar, que los germanos perdieron un millar de tanques, y los rusos un número considerablemente superior. Durante el combate en Projorovka, en el momento esencial de la ofensiva, 600 carros germanos y 850 soviéticos, encuadrados en el 5º Ejército de Tanques de Guardias, quedaron a distancia de tiro unos de otros y se destriparon mutuamente. Aproximadamente la mitad de ellos fueron destruidos durante la batalla. Los alemanes perdieron menos blindados que sus enemigos, pero no consiguieron que estos cedieran. Las tropas rusas contuvieron tenazmente la ofensiva germana y además, aun sufriendo mayores pérdidas que sus oponentes, tenían mayores reservas disponibles y pasaron automáticamente al ataque. La Wehrmacht, por el contrario, nunca recuperaría la iniciativa, ni en esta batalla en particular, ni en todo el Frente del Este en lo que quedaba de guerra. Citando nuevamente a Guderian:

“Por el fracaso de la Operación Ciudadela habíamos sufrido una derrota decisiva. Aquellas fuerzas acorazadas reconstituidas y reorganizadas a costa de tantos trabajos quedaron incapaces para actuar a consecuencia de las graves pérdidas en hombres y material. Su recuperación en tiempo apropiado para la defensa del frente oriental, y sobre todo para la defensa en la primavera próxima contra el desembarco de los aliados en el frente occidental, era dudosa. Era comprensible que los rusos se aprovechasen de su éxito. El frente oriental no tuvo descanso en lo sucesivo. La iniciativa había pasado finalmente a manos del adversario”

Alemania se había jugado el todo por el todo en el este y había salido derrotada. El Tercer Reich nunca más pudo lograr una concentración de blindados como la de la Operación Ciudadela. Por contra, el Ejército Rojo en pocos meses se había recuperado de sus pérdidas y conseguiría poner en combate grandes masas de fuerzas acorazadas todavía más impresionantes que la de Kursk en los años siguientes.

domingo, 19 de julio de 2009

La División Panzer IV


Lamento la tardanza en volver a escribir, pero desafortunadamente por cuestiones laborales no me es posible publicar entradas al ritmo que me gustaría. Así que, muchas gracias por la paciencia y vamos al asunto...

Panzers en África

No hemos hecho referencia hasta el momento al papel de las fuerzas acorazadas germanas en África. Ello es debido a que la importancia del teatro africano, si tenemos en cuenta el número de tropas empleado, no puede sino calificarse de secundaria. No obstante, si conviene hacer un breve inciso para ocuparnos de la situación de las divisiones panzer alemanas en este terreno. Ya hemos indicado como a finales de 1941 la situación se había deteriorado extraordinariamente para el Tercer Reich. El centenar y medio de divisiones que mantenía la Wehrmacht en la URSS había sido detenido y las tropas germanas luchaban desesperadamente por su supervivencia frente a los soviéticos. Tampoco marchaban bien las cosas en el continente africano. Aquí, Rommel había lanzado una serie de rápidas operaciones a lo largo de 1941, pero los italoalemanes se habían visto obligados a volver a su punto de partida en Libia a finales de año. Durante las campañas africanas las formaciones acorazadas alemanas en aquella zona, principalmente las divisiones 15ª y 21ª, demostraron una vez más su extraordinaria capacidad para el combate. No obstante, a pesar de ser cierto que permitieron a Rommel mantener la iniciativa durante prolongados periodos de tiempo contra enemigos notablemente superiores en número, también es cierto que estas dos divisiones, en el conjunto de los ejércitos alemanes, representaban un porcentaje muy pequeño de su fuerza acorazada. Por ello, en este análisis general sobre la Panzerwaffe del Tercer Reich relegaremos a las tropas del teatro africano a un segundo plano. No obstante, sí citaremos las cifras de carros con las que contaban estas divisiones al formarse: 45 Panzer II, 70 Panzer III y 20 Panzer IV, además de unos 10 blindados de mando y transmisiones. La 21ª Acorazada contaba además con 25 pequeños Panzer I. Es decir, las divisiones eran bastante potentes, pero el número total de carros desplegado en África era drásticamente inferior al desplegado en Rusia. Nuevamente las cifras variaran según las fuentes, pero podemos afirmar que los tanques germanos en el continente africano en 1941 serían alrededor del 10% de los lanzados contra la URSS.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que las intenciones germanas sobre África eran muy distintas a las que tenían sobre Rusia. En el teatro africano, los estrategas alemanes confiaban en que las escasas fuerzas de Rommel sirviesen a los italianos para evitar los descalabros que les estaban provocando los británicos. En la URSS, por el contrario, los alemanes se lanzaron con una abrumadora cantidad de fuerzas sobre un enemigo al que confiaban destruir en unos meses. Se equivocaron en ambos casos. La ágil conducción de las operaciones en el desierto por parte de Rommel hizo que, con un numero de tropas muy modesto, el Afrika Korps desarrollase una estrategia muy agresiva en África durante los años 1941 y 1942, en combinación con sus aliados italianos. En el Frente del Este, un número mucho mayor de tropas no fue capaz de poner fuera de combate al Ejército Rojo, a pesar de los demoledores golpes que le proporcionó durante esos años.

La 15ª y la 21ª seguirían en África hasta la expulsión del Eje de este continente, pero antes sufrirían la derrota del Alamein en octubre de 1942. En vísperas de esta batalla estaban compuestas por 14 Panzer II, 87 Panzer III y 18 Panzer IV cada una, además de dos carros de mando y transmisiones. La incapacidad del mando italoalemán para aprovisionar de manera adecuada a sus tropas en aquella zona provocó que no pudiesen enfrentarse de manera efectiva a los británicos, comandados por Montgomery, en el enfrentamiento decisivo que tuvo lugar a las puertas de Egipto. La derrota del Alamein unida al desembarco angloamericano en el Oeste de África en noviembre de 1942 provocó el inicio de un largo repliegue de las fuerzas del Eje hasta Túnez, posición de la que no serian desalojadas hasta el año siguiente.

El principio el desastre

A comienzos de 1942, Stalin ordenó una ofensiva general en todo el frente. Hitler respondió prohibiendo cualquier retirada y ordenando a sus ejércitos que resistiesen a cualquier precio. Puede decirse que el dictador soviético cometió el mismo error que había cometido su contraparte germano anteriormente: sobreestimo sus fuerzas y subestimo las del contrario. Las tropas rusas que habían detenido a los alemanes no estaban preparadas aún para lanzarse al ataque. Los suministros seguían siendo escasos y a la oficialidad soviética todavía le faltaban muchos meses para recuperare de los efectos de las purgas stalinanas. Estos factores reducían considerablemente la capacidad del Ejército Rojo para efectuar ofensivas a gran escala. Los combates degeneraron en escaramuzas locales durante las siguientes semanas y, en primavera, los ejércitos alemanes consiguieron detener a sus oponentes. El Ejército Soviético había logrado hacer retroceder considerablemente a la Wehrmacht, principalmente en el sector del Grupo de Ejércitos Centro alemán, pero no pudo lograr una ruptura del frente.

En lo que se refiere a las tropas acorazadas, la situación era extraordinariamente delicada. Los fracasos en la toma de Moscú y la posterior contraofensiva soviética habían dejado a los efectivos de las divisiones panzer reducidos hasta extremos impensables un año antes. En lo que respecta a nuevas formaciones, 1942 vio nacer a cuatro nuevas divisiones acorazadas, 24ª, 25ª, 26ª y 27ª. La única que llegó a tiempo de participar en la ofensiva sobre el sur de Rusia en ese año fue la 24ª. La dotación inicial de esta división era la siguiente: 32 Panzer II, 90 Panzer III y 32 Panzer IV, además de 7 carros de mando y transmisiones. El resto de unidades se formó demasiado tarde para tomar parte en los acontecimientos de 1942. La 27ª de hecho no llego prácticamente a tener historial de combate, ya que se constituyó en octubre de 1942 y se disolvió en febrero de 1943.

Es decir, a efectos prácticos, con anterioridad a la campaña de verano de 1942 la Wehrmacht contaba con una sola división panzer más que en los meses anteriores. A este escaso incremento nominal de la Panzerwaffe, se une el hecho de que la fuerza real de las divisiones acorazadas ya existentes era muy inferior a la que habían tenido apenas un año antes. Nuevamente tenemos que acudir a las cifras. Los Grupos de Ejércitos A y B, los cuales sostuvieron la mayor parte de la campaña alemana de 1942 en Rusia, tenían ocho divisiones acorazadas: la 3ª, la 9ª, la 11ª, la 13ª, la 14ª, la 16ª, la 23ª y la 24ª. Ya conocemos los efectivos de la 24ª. Los del resto de las formaciones seguían la siguiente pauta:

-divisiones 3ª a 11ª: entre 25 y 50 panzer II, aproximadamente un centenar de Panzer III y unos 20 o 25 Panzer IV
-divisiones 13ª a 16ª: entre 10 y 15 Panzer II, unos 60 a 75 Panzer III y unos 20 Panzer IV
-división 23ª: 27 Panzer II, 84 Panzer III y 17 Panzer IV

A estos números hay que añadir unos 5 o 10 carros de mando y transmisiones por división.
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Vemos como la mitad de las divisiones acorazadas alcanzaban aproximadamente los 150 carros, pero la otra mitad apenas superaba el centenar. Sí se había conseguido que el carro principal pasase a ser el Panzer III, dejando los modelos más pequeños en un segundo término, pero el número de Panzer IV por división seguía siendo considerablemente reducido.

La Producción de Carros de Combate

La fuerza de las divisiones panzer no involucradas en el Fall Blau (la ofensiva de verano de 1942 en el sur de la URSS) era, por lo general, inferior a la de las que sí participaron en esta operación. Es decir, la reducción en la fuerza total de las divisiones acorazadas germanas era más que evidente. En definitiva, la contraofensiva del Ejército Rojo no solo había logrado rechazar a las tropas germanas, sino que también consiguió mermar sus fuerzas acorazadas de un modo drástico. Hasta ese momento, la industria del Reich había sido capaz de compensar las pérdidas en combate con tanques nuevos de un modo notablemente bueno. Por el contrario, las derrotas sufridas en el invierno de 1941-42 supusieron una dura prueba para Alemania, que perdía material de guerra a un ritmo superior al que podía reemplazarlo. La muerte del ministro de armamento del Reich, Fritz Todt, en febrero de 1942 provocó la llegada de Albert Speer a ese puesto. Los métodos utilizados por Speer, entre los que se encontraba la masiva utilización de mano de obra esclava y la dispersión de las industrias, lograron que la producción de guerra alemana creciera exponencialmente, lo que permitió a la Wehrmacht reponerse con notable eficacia de las cada vez mayores debacles que sufría en el campo de batalla. No obstante, si bien la producción bélica germana consiguió que sus ejércitos siguiesen en pie contra viento y marea en los últimos años de la guerra, también es cierto que no logró que estos pudiesen recuperar la iniciativa estratégica después de 1942. En particular, la producción de tanques evolucionó del siguiente modo (según cifras del historiador britanico Norman Davies):

Año - Tanques producidos
1939 - 247
1940 - 1643
1941 - 3790
1942 - 6180
1943 - 12063
1944 - 19002
1945 - 3932

Sorprende el hecho de que Alemania fuese capaz de producir tantos tanques en el último año y medio de guerra como en todo el periodo que va desde 1939 a 1943, y sorprende más si cabe teniendo en cuenta que en los últimos años del conflicto el Tercer Reich se encontraba constantemente sometido a martilleantes bombardeos de las fuerzas aéreas británicas y estadounidenses. Conviene recordar además que varios de los tanques producidos en 1944-45 eran del modelo Panther (45 toneladas de peso) y Tiger I y II (55-65 toneladas) que eran muy superiores a los carros más pequeños producidos en los primeros años de la guerra, los cuales tenían un peso muy inferior. El único carro de combate que se produjo desde el principio hasta el final de la conflagración, con unas cifras en constante aumento y siendo continuamente mejorado, fue el Panzer IV (25 toneladas).

A pesar del extraordinario aumento de la producción bélica alemana, nos vemos obligados a hacer una consideración: la Blitzkrieg germana estaba herida de muerte tras el fracaso de Barbarroja. ¿Por qué? Porque la Wehrmacht era como un herido perdiendo más sangre que la que se le inyectaba por medio de transfusiones. Las campañas de Polonia, Francia y los Balcanes fueron conducidas con sobresaliente maestría, concluidas con extraordinaria rapidez y llevadas a cabo incurriendo en pérdidas mínimas. Estas pérdidas siempre fueron repuestas con facilidad -o al menos sin muchas complicaciones- por la industria bélica alemana una vez concluidos los combates. Tras el fracaso en Rusia, la situación cambia por completo. Jugando con la ventaja que nos da el hecho de analizar el conflicto siete décadas después, podemos decir que a principios de 1942 era evidente que la guerra contra la Unión Soviética iba para largo. No iba a ser un combate rápido, en el que los daños que sufriesen los ejércitos pudiesen ser reparados en los meses posteriores a la conclusión de las hostilidades. Por el contrario, la guerra con Rusia iba a exigir un constante flujo de suministros bélicos. Es decir, gran parte -de hecho la inmensa mayoría- de la capacidad industrial germana iba a quedar permanente ocupada supliendo las pérdidas que la Wehrmacht sufría frente a los soviéticos.

Al contrario que los alemanes, los soviéticos, una vez que superaron los momentos críticos de 1941-42, iban a ser capaces de producir suministros bélicos a un ritmo superior a sus pérdidas. Si a esto unimos el hecho de que los rusos no estaban comprometidos en otros frentes, el panorama general puede ser resumido por la visión de una balanza que, inclinada de inicio del lado alemán gracias a las victorias de estos en el verano de 1941, se escora paulatinamente -aunque con oscilaciones- del lado soviético en los años 42 y 43, y cae definitivamente del lado de la URSS en la segunda mitad de ese año. Echemos un vistazo las cifras de producción de la Unión Soviética (también según el historiador Norman Davies):

Año - Tanques producidos
1940 - 2794
1941 - 6590
1942 - 24446
1943 - 24089
1944 - 28963
1945 - 15419

El tanque básico soviético era el T-34, un carro espléndido, que estuvo produciéndose con constantes mejoras durante toda la guerra. Pero los rusos, al igual que los alemanes, también incluyeron en sus cadenas de producción tanques mas poderosos y pesados como el IS-2 en los últimos meses del conflicto.

Como viene siendo habitual, las cifras bailan dependiendo del historiador que citemos. Influyen muchos factores. Por ejemplo, en muchos casos depende de lo que entendamos como "tanque". Un cañón autopropulsado como el Stug III es considerado en ocasiones un tanque a efectos de calcular las cifras de producción de estos vehículos, pero en puridad no era un carro de combate. Los soviéticos también tenían extraordinarios cañones contra carro, que en ocasiones se cuentan como tanques, aún sin serlo, a efectos de estimar los números de blindados producidos.

En cualquier caso, sean cuales sean las fuentes, la imagen siempre es la misma: los rusos fueron capaces de exprimir sus capacidades industriales mucho mejor que los alemanes. Esto factor, unido a las mayores reservas humanas y materiales de la URSS, permitió que el alto mando soviético pudiese proporcionar a sus tropas suministros bélicos a un ritmo impactante, lo que permitió al Ejército Rojo lanzarse a ofensivas cada vez más audaces, sin temor a que sus pérdidas en combate fuesen, por lo general, superiores a las germanas, ya que eran plenamente conscientes de que podían sobreponerse a las mismas con mayor rapidez que sus enemigos.

He hecho esta consideración porque creo que merece la pena detenerse en este punto. En muchas ocasiones se hace ver que el momento crítico de la Segunda Guerra Mundial tuvo lugar tras el fracaso de las ofensivas alemanas de 1942 en Stalingrado y, en menor medida, en el Alamein. No obstante, un mero vistazo a las cifras nos indica como la fuerza de las divisiones acorazadas germanas, y en general del resto de las armas del Tercer Reich, había entrado ya en barrena desde hacía varios meses, concretamente tras el fracaso de Barbarroja. Stalingrado no fue sino la consecuencia del cambio en el equilibrio de fuerzas que ya se había puesto en marcha con anterioridad.

Stalingrado

Es de todos conocido el desastre con el que concluyó la ofensiva alemana del 42 en Rusia para las armas del Tercer Reich. La campaña tuvo un inicio esperanzador, dejando para la posteridad el avance de las unidades acorazadas germanas por las estepas rusas en dirección al Don y después al Volga. Varias divisiones se lanzaron hacía las estribaciones caucásicas, llegando incluso a clavar la bandera alemana en el pico más alto de Europa: el monte Elbrus. Pero todo fue efímero. Los soviéticos, a diferencia del año anterior, no se dejaron cercar, sino que se limitaron a retirarse y a esperar el momento oportuno, provocando que los germanos estirasen demasiado sus lineas de suministro. La Wehrmacht no consiguió la victoria definitiva que esperaba. No solo no se conquistaron los pozos petrolíferos del Caucaso, sino que además el VI Ejército Alemán fue borrado del mapa en Stalingrado. La tenaz resistencia rusa en la ciudad de Stalin provocó que los panzers se utilizasen en enfrentamientos urbanos de desgaste para los que no estaban preparados. Los germanos, maestros hasta entonces en las batallas de cerco, se lanzaron a un combate frontal y terminaron copados a orillas del Volga. Esta vez sí, los soviéticos, además de detener a los alemanes, los vencieron en toda regla. Con una cuidadosa operación cercaron y aniquilaron al VI Ejército, rompieron el frente germano y pusieron en peligro de aniquilamiento a toda el ala sur de la Wehrmacht en Rusia.

Los alemanes, en un intento desesperado por salvar la situación, colocan a von Manstein al mando de las unidades que pueden reunir para taponar el hueco que los soviéticos han provocado en sus líneas tras copar a los hombres del VI Ejército. En el último mes del año el mariscal germano dirigirá un intentó por liberar a los cercados que terminará en fracaso.

Las consecuencias para las divisiones panzer.

El año 1942 concluyó con unas divisiones acorazadas germanas atravesando una situación todavía más crítica que la que habían sufrido doce meses antes. Esta es la conclusión que puede desprenderse de las opiniones que Hitler y el OKW tenían al respecto de la situación militar en estas fechas y que, por fortuna, han llegado hasta nosotros gracias al “Servicio Estenográfico de los Cuarteles del Führer”

A finales de 1942, como consecuencia de la crisis de confianza que surgió entre Hitler y sus generales tras el fracaso de la ofensiva sobre Stalingrado y el Caucaso, se creo el mencionado “Servicio Estenográfico”. El dictador pretendía dejar constancia para la posteridad de todas las palabras pronunciadas en las reuniones militares del alto mando de las fuerzas armadas y este servicio era el encargado de “levantar acta” de las conversaciones entre el Führer y sus generales. Desafortunadamente, la mayor parte de esas actas se destruyeron durante los últimos días del Tercer Reich, pero ha llegado hasta nosotros un puñado de fragmentos de gran interés. En particular, en lo que se refiere al tema que aquí nos ocupa, destacaremos algunas frases que nos demuestran lo que eran las divisiones panzer en los últimos días de 1942.

Las siguientes frases están extraidas del libro “Hitler y sus Generales”, de Helmut Heiber.

Reunión del 12 de diciembre de 1942.

Fragmentos de la discusión acerca de las divisiones blindadas que Manstein tiene a su disposición.

Zeitzler: Bueno, entonces la 11ª (División acorazada)
El Führer: Solo dispone de 45 blindados
Zeitzler; hasta ahora tenía 49; han fallado pocos...
El Führer: ¿y cuando ha perdido la 11ª todos esos tanques? Ahí arriba solía disponer de 70 u 80.
Zeitzler: Por lo que yo se llegó aquí con 49
….

El Führer: ¿de cuantos carros dispone la 17ª división acorazada?
Zeitzler: De pocos, también: 58, todos con armamento corto.

El Führer: ..¿cuantos Panzer tiene la 23ª división acorazada?
Zeitzler: 26 Panzer IV de armamento largo y otros 26 Panzer III largos.

En definitiva, vemos como las divisiones acorazadas que Manstein tenia a su disposición contaban con entre 50 y 60 carros de combate. A ojo de buen cubero, ¡habían perdido entre las las mitad y las dos terceras partes de los blindados con los que contaban al inicio de la ofensiva! Se avecinaban tiempos difíciles para los ejércitos germanos en general y para la Panzerwaffe en particular. Por ello, al inicio de 1943, Hitler decidió recurrir al as que todavía le quedaba en la manga, quién cuenta así la experiencia:

“Fui recibido puntualmente, al principio en presencia de Schmundt, pero en seguida en la habitación de trabajo de Hitler y a solas con él. No le había visto desde el sombrío 20 de diciembre de 1941. Había envejecido mucho durante los 14 meses transcurridos. Su paso no era tan seguro como antes, su dicción vacilante, su mano izquierda temblaba. Sobre su mesa de escritorio estaban mis libros. Abrió la entrevista con las palabras: Nuestros caminos se han separado desde 1941. Fue debido a una serie de equivocaciones que sinceramente lamento. Le necesito a usted”. Guderian: Recuerdos de un Soldado.
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Para elaborar las diferentes partes del articulo “División Panzer” estoy utilizando varios libros. Por ello, no se hace referencia al final de las entradas a la fuente principal, tal y como ha venido sucediendo hasta ahora. Una vez que concluya el artículo, publicaré una reseña con todas las obras que se consultan para elaboración de esta bitácora. Confío en que de este modo queden salvaguardados todos los derechos de autor. No obstante, si alguien desea conocer de donde proviene algún dato, agradecería que me lo indique y le señalaré la fuente correspondiente.

Un saludo a todos.