“No ha existido nunca una coalición que,
como la de nuestros oponentes, haya congregado elementos tan heterogéneos con
objetivos tan extremadamente distintos y contrarios entre si. Los que tenemos
por enemigos son los mayores extremos que imaginarse puedan en este mundo: por
un lado, estados ultracapitalistas; y por el otro lado, estados ultramarxistas;
por un lado, un imperio mundial que está dando las últimas boqueadas, Gran
Bretaña, y por el otro lado una colonia que busca quedarse con la herencia, Estados
Unidos. Son estados cuyos propósitos difieren cada día más. Y el que -como una
araña sentada sobre su tela, por decirlo así– observa esta evolución, puede ver
como de hora en hora se va acrecentando la distancia entre los extremos. Si
logramos asestarles varios golpes realmente fuertes, es posible que, de un
momento a otro, este frente que se mantiene unido de forma artificial se desmorone
con un enorme estallido.”
“En otras
palabras: vendrá el día -y esto puede ocurrir ahora en cualquier momento, entre
otras cosas porque la historia la forman personas mortales- en que esta
coalición se disolverá...”
“... he decidido
aceptar sacrificios en otros frentes para establecer aquí las condiciones
necesarias para que podamos pasar de nuevo a la ofensiva.”
Con
estas palabras expuestas el 12 de diciembre en una conferencia ante varios
altos oficiales, Hitler trató de justificar la ofensiva que él y el OKW habían
planeado como su golpe definitivo en el Oeste. Un ataque en toda regla con el
que la Wehrmacht iba a hacer ver a los aliados occidentales que Alemania no se
pensaba rendir: la operación Wacht am Rhein, que pasaría a la Historia como
la Contraofensiva de las Ardenas.
Durante
su exposición, el dictador germano fundamentó sus intenciones ofensivas
alegando que la moral del ejército y el pueblo germano no se podía sostener
únicamente con una estrategia defensiva y una resistencia a ultranza. Ambas,
según el Führer debían venir acompañadas de triunfos en el campo de batalla;
triunfos que cumplirían un doble propósito: por un lado, mantendrían la fe de
las tropas y de la población del Reich en la victoria final, y por otro, harían
desaparecer la confianza del contrario en ganar la contienda.
Ofensiva
en el Oeste: ¿acierto o error?
Tradicionalmente
se ha criticado a Hitler por el hecho de lanzarse al ataque cuando sus
ejércitos se estaban derrumbando en todos los frentes, y tras unos meses en los
que la Wehrmacht había sufrido sus mas terribles derrotas y pérdidas humanas y
materiales desde el inicio de la guerra. No obstante, en los últimos tiempos
estas críticas se han reducido y, al menos, se reconocen algunos aspectos
positivos en la, a simple vista, irreflexiva decisión del dictador germano.
Entre estos, merece la pena destacar el acierto en la elección del lugar en el
cual lanzar la ofensiva, dado que en cualquier otro teatro de operaciones un
logro parecido a un triunfo estratégico sí que hubiese resultado impensable.
Veámoslo más en detalle:
-Italia
se había convertido en un frente secundario, donde no se lograría ningún
progreso reseñable por ninguno de los bandos hasta los últimos momentos de la
guerra.
-El
Este se había derrumbado. En su parte norte, el Ejército Rojo había alcanzado
las fronteras orientales de Prusia, y en la parte sur había desbordado por
completo las defensas alemanas ocupando Rumania, Bulgaria, Checoslovaquia y
parte de los Balcanes. Solo Hungría continuaba combatiendo al lado del Reich.
Cualquier progreso que se lograse hacer contra los soviéticos, daría como
resultado una simple modificación en una línea de frente inmensa, sin
prácticamente ningún significado estratégico a nivel global.
-Una
ofensiva aérea a gran escala era ya impensable. La Luftwaffe había perdido toda
capacidad -si es que alguna vez la tuvo-
de desarrollar una campaña de bombardeo estratégico, y su arma de caza cada día
se volvía más incapaz de detener las incursiones de bombardeo aliadas.
-En
el mar la situación no era mejor. La Batalla del Atlántico hacía tiempo que
había concluido como una derrota sin paliativos para los U-Booten. Además, la
ya de por si pequeña flota de superficie de la Kriegsmarine estaba
prácticamente reducida a la nada. El puñado de buques que quedaban operativos
habían visto limitado su campo de acción al mar Báltico.
Teniendo
todo lo anterior en cuenta, el Oeste parecía el único lugar en el que, con las
fuerzas que la tambaleante Alemania todavía era capaz de reunir, se pudiese
lograr una victoria estratégica que crease fricciones -y quizás la ansiada
ruptura- entre los aliados occidentales:
-Los
angloamericanos habían obtenido un triunfo absoluto en el desembarco de
Normandía y las operaciones subsiguientes, gracias al cual consiguieron liberar
Francia y Bélgica. La situación empezó a cambiar en los últimos meses de 1944,
momento en que la resistencia germana comenzó a fortalecerse. Con grandes
esfuerzos, la Wermacht logró detener a los occidentales en una línea de frente
que mantenía bajo control alemán la casi totalidad de su suelo patrio, así como
una parte de los Países Bajos.
-Además
de por la resistencia germana, el avance de los ejércitos aliados también se
vio ralentizado por la dificultad en el traslado de los suministros desde las
costas francesas. Las líneas de aprovisionamiento americanas y británicas se
habían extendido demasiado, y el abastecimiento de las tropas en el frente se
hacía más difícil con cada kilómetro que avanzaban. La red ferroviaria
franco-belga había sido duramente castigada durante los bombardeos de la RAF y
la USAAF a lo largo de 1944, y asimismo continuó siendo destruida por los
zapadores alemanes durante la retirada de la Wehrmacht. La toma de Amberes en
septiembre mejoraría esta situación, al ofrecer a los occidentales un puerto
más cercano a las líneas de frente.
-El
terreno salpicado de ríos barrera y bosques espesos suponía grandes trabas a
los avances aliados y favorecía la defensa germana.
-El
mal tiempo dificultaba el apoyo aéreo cercano al que tan acostumbradas estaban
las tropas de tierra angloamericanas.
Todos
estos elementos limitaban al menos en parte las tradicionales ventajas aliadas
en hombres y material, aunque no obstante hay que señalar que muchos de los
problemas citados también afectaban -más si cabe- a sus oponentes:
-La
falta de apoyo aéreo era ya proverbial entre los soldados alemanes.
-La
escasez suministros, y en particular de combustible, había alcanzado niveles
críticos:
- Por la deserción de Rumania y su paso al bando soviético.
- Por la campaña de bombardeo que los occidentales habían iniciado meses antes contra la industria petrolífera del Reich.
Las fuerzas implicadas
Alemanes
Hitler
estaba decidido a jugarse el todo por el todo. Juntó varias divisiones panzer
que todavía disponían de una considerable capacidad de asalto y las mezcló con
una amalgama de divisiones de Volksgrenadier -de calidad irregular- para
lanzarlas a su deseada ofensiva en el Oeste. El objetivo: Amberes. En caso de
alcanzarlo, se lograría romper la conexión entre el 3er y 1er Ejércitos
americanos, y copar a este último y a las tropas británicas comandadas por
Montgomery.
www .history.army.mil/books/wwii/7-8/notes/Map1.jpg/ Centre of Military History - United States Army
Las
tropas germanas en el Oeste estaban comandadas por el mariscal Gerd von
Rundstedt y, de estas, las involucradas en la ofensiva se encuadrarían en el
Grupo B del Ejército, a las órdenes del mariscal Walter Model. En esta
agrupación se incluían, de norte a sur:
-El
15º Ejército (von Zangen) localizado muy al norte de la zona de operaciones. No
tuvo participación de importancia.
-El
6º Ejército Panzer de las SS (Josef Dietrich). La formación más poderosa de las
Ardenas. Incluía las Divisiones Panzer de las SS 1ª, 2ª, 9ª, 10ª y 12ª; seis
divisiones de Volksgrenadier y una de paracaidistas.
-El
5º Ejército Panzer (Von Manteuffel) Más débil que el anterior, pero aún así
dotado de una considerable potencia de fuego. Lo componían las Divisiones
Panzer 2ª, 9ª, 116ª y 130ª Lehr; cinco divisiones de Volksgrenadier y una de
Panzergrenadier. Fue el que mayores progresos logró durante la ofensiva.
-El
7º Ejército. (Brandenberg). Estaba formado únicamente por tres divisiones de Volksgrenadier y una de paracaidistas. Carecía de tropas acorazadas, y su
misión consistiría en proteger el flanco sur, impidiendo la previsible ayuda
que el 3er Ejército de EEUU intentase prestar a sus compatriotas del 1º.
En
total, de acuerdo al historiador Chris Bishop, se lanzaron al ataque unos
200.000 hombres. En lo que respecta a la fuerza blindada, los alemanes contaban
con unos 1000 carros de combate escasos de combustible (tanto, que hubo que
incluir la toma de los depósitos aliados como un objetivo de la ofensiva).
Ni
Rundstedt ni Model (el primero, un militar de la vieja escuela, y el segundo un
maestro de las operaciones defensivas) estaban a favor del plan de Hitler y el
alto mando germano. Ambos mariscales consideraban que las tropas desplegadas no
eran suficientes para alcanzar los ambiciosos fines que sus superiores
perseguían. En su lugar, ofrecieron al OKW una solución más limitada. Un ataque
sobre Aquisgrán con el que se lograría destruir parte de las fuerzas aliadas y,
de tener éxito, eventualmente facilitaría el inicio de una maniobra de mayor
calado sobre Amberes. Por su parte, Dietrich y Manteuffel, comandantes -estos
sí- de marcado carácter ofensivo y sobre los que recaía el mando de las mejores
tropas desplegadas en las Ardenas, tampoco se mostraron entusiasmados ante la
idea de iniciar un avance a gran escala, y se decantaban por el plan más
modesto de sus superiores directos.
Pero
no hubo discusión. Ni Hitler (“la intención, la
organización y el objetivo son irrevocables”) ni el OKW con Jodl a la cabeza (“El Führer ya ha decidido que la operación está planificada
en sus más mínimos detalles, de modo que deben limitarse a cumplir con las
instrucciones”) dieron
su brazo a torcer.
Por
lo que respecta a la calidad de las fuerzas germanas, destacaremos los
siguientes aspectos:
-Las
divisiones acorazadas no eran ciertamente lo que habían sido hacía apenas unos
meses, y su fuerza variaba bastante de unas unidades a otras. En todo caso,
representaban lo mejor que podía poner en juego Alemania a estas alturas de la
contienda. A modo de ejemplo, la 2ª Panzer contaba con unos 120 blindados, la
116ª Panzer contaba con unos 80 y la 130ª Panzer Lehr disponía
de apenas 60. Como aspecto positivo, la mitad de los carros eran del tipo
Panther. La composición de las
divisiones panzer de las SS era similar. De acuerdo al historiador James
R. Arnold, cada una contaba con entre 90 y 100 carros de media.
-Las
divisiones de Volksgrenadier fueron un tipo de organización impuesta a la
infantería por los reveses de la guerra. Los sonadas derrotas de 1944
provocaron una acuciante escasez de hombres, y la respuesta germana consistió
en la creación de estas formaciones de “Granaderos del Pueblo”, en las que se
redujo el número de efectivos con respecto a las divisiones de infantería
tradicional (6 batallones en lugar de 9). Al mismo tiempo se aumentó la
potencia del fuego automático de corto alcance, frente al de fusil de largo
alcance, con la finalidad de dotar a estas unidades de mayor fortaleza
defensiva. La capacidad de las divisiones no era en absoluto homogénea. La 26ª
podía considerarse una formación de gran calidad, pero otras no eran más que
retales de tropas cosidos apresuradamente.
Aliados
Los
americanos fueron quienes soportaron el peso principal del embate germano. Las
formaciones que intervinieron en la primera fase de la batalla fueron las
siguientes:
-12
Grupo de Ejércitos (Bradley)
-1er Ejercito (Hodges)
- VII Cuerpo de Ejército (Middleton). Compuesto por 3 divisiones de infantería y una acorazada.
- V Cuerpo de Ejército (Gerow). Formado por dos divisiones de infantería.
Los
americanos consideraban a las Ardenas como un frente tranquilo, donde un ataque
enemigo se veía como algo improbable. En el peor de los casos, dado el
desastroso estado en el que se asumía que estaban los alemanes, una ofensiva de
estos necesariamente habría de ser débil y podría contenerse a tiempo. Era,
entendían, un pequeño riesgo que se podía aceptar.
La infravaloración de sus enemigos provocó que los estadounidenses enviaran a las Ardenas a unidades de veteranos para que descansaran de combates previos; así como a tropas recién llegadas para que comenzaran a adquirir rodaje en un emplazamiento donde se suponía que no se verían envueltas en combates de envergadura. Esta mezcla provoco que al lugar se le conociese como “la guardería y el asilo”.
Además de la limitada capacidad de sus unidades, los estadounidenses sufrirían además otras dificultades. El total de tropas en la zona (unos 85.000 hombres) era reducido para los estándares americanos. Suponía poca infantería para un frente considerablemente alargado. Asimismo, el armamento antitanque era deficiente. El cañón estándar de 57 mm carecía de efectividad ante los modelos de carros germanos más pesados. En cuanto a los blindados, los Sherman se podían equiparar a los Panzer IV, pero eran indudablemente inferiores a los Panther. Por contra, la artillería estadounidense sí era sobresaliente y considerablemente mejor que la de sus oponentes.
En definitiva, los alemanes gozarían en un primer momento de una superioridad local tanto cualitativa como cuantitativa. Dicha superioridad se vería además reforzada por el hecho de que iban a tener a su favor el factor sorpresa. Este se logró gracias tanto a la pasividad aliada, como al buen hacer germano:
-Se minimizaron las comunicaciones por radio, utilizándose mensajeros en moto siempre que fue posible.
-Cuando se hacía necesario utilizar la radio, los mensajes se transmitían de tal modo que incluyesen frases del tipo “en respuesta a la previsible ofensiva aliada...”, lo que dio a los americanos la falsa seguridad de que lo único que estaban preparando los alemanes era un mero despliegue defensivo.
-La castigada red ferroviaria del Reich funcionó considerablemente bien, a pesar de poder operar solo de noche para evitar a los bombarderos aliados, y fue capaz de aprovisionar a sus tropas de una manera aceptable (sobre todo, teniendo en consideración el mal estado de los abastecimientos en el resto de teatros de operaciones)
-Las unidades se desplazaron al frente pocos días antes del combate y se mantuvieron lejos de primera línea hasta prácticamente el inicio de la ofensiva. A las tropas solo se les informó del ataque cuando este era ya inminente.
-La propia reputación de Rundstedt y Model como comandantes anticuado el primero y defensivo el segundo, ayudó a los aliados a reforzar su propia convicción de que todo el despliegue no era sino una simple maniobra defensiva.
En esta situación, con los americanos completamente desprevenidos, a las 5:30 horas del 16 de diciembre de 1944 comenzaría la última gran apuesta de Hitler en Europa occidental.