domingo, 28 de junio de 2009

La División Panzer III


El crecimiento de la Panzerwaffe

Después de la caída de Francia, y tras verificarse que el Reino Unido no se avenía a aceptar la paz con el Tercer Reich, el dictador nazi iba a poner su atención donde había estado desde el principio: en la Unión Soviética. Aún subestimando el potencial de los rusos, era palpable para los estrategas germanos que la Wehrmacht necesitaba más efectivos para afrontar con perspectivas de éxito la ofensiva en el Este. Diez divisiones panzer habían demostrado ser suficientes para las campañas contra los polacos y contra los aliados occidentales, pero era evidente que los amplios horizontes del oriente europeo precisaban para su conquista de una fuerza acorazada superior. Por ello, a partir del verano de 1940 comenzaron a constituirse nuevas formaciones blindadas. Como consecuencia de esto Alemania, qué había terminado la campaña del Oeste con diez divisiones acorazadas, iba a tener a su disposición 23 unidades de este tipo al terminar 1941.

Las divisiones acorazadas de la 11ª a la 23ª se constituyeron generalmente basándose en cuadros escindidos de las primeras diez formaciones. Es decir, se extraía un núcleo de veteranos en torno al cuál se “ensamblaban” el resto de los efectivos, que habitualmente procedían del arma de infantería. En lo que respecta al armamento, todas las divisiones acorazadas empezaron a ser equipadas con los Panzer III y IV que tanto habían escaseado en las ofensivas anteriores de la Wehrmacht. El pequeño Panzer I prácticamente desapareció. El Panzer II vio reducido su número y, a medida que se hizo más evidente su debilidad frente a los carros rusos, fue relegado paulatinamente a funciones de reconocimiento. El Panzer III pasó a ocupar el papel preponderante en las divisiones acorazadas y el Panzer IV apareció, por fin, en cantidades considerables. Todas las divisiones se crearon, siguiendo la pauta establecida tras la victoria sobre Polonia, sobre la base de un único regimiento panzer.

Todo lo anterior no debe darnos la impresión engañosa de que la fuerza acorazada alemana creció exponencialmente. ¿Se crearon nuevas formaciones? Sí. ¿Se incrementó el número de carros modernos en esas formaciones? Sí. Sin embargo, el aumento nominal del número de divisiones no debe confundirnos acerca de la fuerza real del arma acorazada germana. ¿Por qué? Porque más formaciones no siempre se traducían en más carros. Por poner un ejemplo, la 14ª División Acorazada estaba compuesta al comenzar la campaña de los Balcanes por los siguientes efectivos: 45 Panzer II, 50 Panzer III y 20 Panzer IV, además de otros vehículos de mando y transmisiones. Es decir, poco más de un centenar de tanques. Al iniciarse la ofensiva sobre la URSS, él número había elevado hasta aproximadamente 150 carros, aumento que se logró incrementando las unidades de Panzer III en la división.

Las cifras de la 14ª Panzer nos pueden servir a modo de orientación para hacernos una idea de lo que realmente erá una división acorazada en el año 1941. Las cifras -como siempre- varían dependiendo de la fuente y, además, las divisiones acorazadas podían tener sus propias particularidades. Por ejemplo, la 12ª Panzer todavía desplegaba en sus filas más de un centenar de carros checos 38t al comienzo de Barbarroja, lo que le convertía en el tanque más numeroso, con mucha diferencia, de la división. No era la única formación que se encontraba en esta situación. El problema radicaba en que los carros checos no eran peores que los modelos I y II germanos, pero sus prestaciones sí estaban considerablemente por debajo de las de los modelos III y IV. Así pues, los números no siempre pueden transmitirnos una idea precisa de la fuerza real de las unidades acorazadas.

Los Panzer en los Balcanes

La Wehrmacht contaba en abril de 1941 con dos centenares de divisiones. De estas, aproximadamente 150 eran de infantería y solo 21 eran acorazadas. El resto eran divisiones motorizadas, de montaña, etc. En la campaña de los Balcanes participarían menos de la mitad de las divisiones panzer disponibles junto con una veintena de divisiones de infantería. Los combates se iniciaron el 6 de abril, cuando el Eje lanzó un ataque sobre Yugoslavia y Grecia. El día 13 el capitán de las la división de las SS Das Reich junto con un grupo de diez voluntarios toma Belgrado en un golpe de mano, y el día 27 los alemanes conquistan Atenas. Una nueva lección de guerra moderna a cargo de los germanos, quienes pondrán el broche final a la campaña con un asalto aerotransportado a la Isla de Creta.

Teniendo en cuenta que estaba vigente el pacto Germano-Soviético de 1939 y que los Británicos no disponían de fuerzas con las que efectuar un asalto a Europa, cualquier enemigo que pudiese tener la Wehrmacht en el continente había desaparecido. El Tercer Reich estaba en la cima de su poder y podía elegir donde descargar su siguiente golpe. Había llegado el momento crucial. Hitler ambicionaba el Lebensraum germánico y, desde sus inicios, no había ocultado que este solo se podía obtener en el Este. Alemania se dispuso a un asalto a cara de perro contra la única potencia europea que todavía podía hacerle sombra. En este iban a jugar un papel esencial sus, hasta el momento todopoderosas, fuerzas blindadas.

La situación de las fuerzas acorazadas antes de Barbarroja

Sobre las cifras del despliegue de fuerzas alemán durante el ataque a la URSS existe un consenso bastante general. La mayor parte de las fuentes coinciden en que en Junio de 1941 Alemania había concentrado tres millones de hombres a lo largo de su frontera con la Unión Soviética. A estos hay que añadir aproximadamente un millón de soldados más del resto de los ejércitos del Eje. En lo referente a los carros de combate, el Tercer Reich ponía en acción 3300 tanques, repartidos en 21 divisiones acorazadas. Por el contrario, sobre las cifras del despliegue soviético no existe un consenso similar. Por citar dos extremos, Chris Bishop (“Orden de Batalla de la Infantería Alemana”) eleva él numero de soldados soviéticos hasta los doce millones, mientras que Norman Davies (“Europa en Guerra 1939-1945”) reduce esta cifra hasta los tres millones. Con los tanques ocurre algo similar. Existen obras que elevan las cifras hasta los 20.000 carros y autores que reducen ese número a menos de la mitad.

Dado que estamos tratando sobre las fuerzas acorazadas, llegados a este punto conviene hacer un pequeño comentario: la cifra total de tanques no refleja la fuerza, ni real ni potencial, del Ejército Rojo. Los militares soviéticos habían desarrollado en la década de los treinta una teoría del empleo de las fuerzas acorazadas que tenía en cuenta su potencia de fuego y su movilidad, defendiendo la concentración de los carros en grandes formaciones, de modo similar a lo que hacían los alemanes con sus divisiones panzer. El desarrollo de esas teorías se atribuye principalmente al mariscal Mijail Tujachevski. Pero los soviéticos no se pararon ahí. Pusieron en práctica esas teorías, a pequeña escala, en diversas ocasiones durante la Guerra Civil Española. Ejemplos de dicha puesta en práctica los encontramos en los ataques de carros soviéticos en el sudoeste de Madrid durante los primeros compases de la batalla por la capital de España. En mayor medida se observa la influencia de dichas doctrinas militares en la Batalla de Guadalajara en 1937, que fue la única ocasión en la que el Ejército Republicano consiguió derrotar, y no solo detener, al Ejército Nacional. El general Dimitri Pavlov, uno de los colaboradores soviéticos más destacados en el Ejercito de la República, tuvo a su mando unidades de tanques durante la Guerra de España y se familiarizó con las modernas doctrinas del empleo de las fuerzas acorazadas. En 1941, Pavlov se encontraba al mando de las tropas del Ejército Rojo que hacían frente al Grupo de Ejércitos Centro, donde se encontraban las poderosas agrupaciones acorazadas alemanas de Guderian. A primera vista podría parecer que era el hombre idóneo para el puesto, pero no era así en absoluto. A su vuelta a la URSS, Pavlov se encontró con que Tujachevski había sido devorado por las purgas stalinianas y que las modernas teorías atribuidas a él se habían tachado de “desviaciones burguesas”. Es decir, en el clima de terror que imperaba en la URSS, nadie podía defender el moderno empleo de fuerzas acorazadas sin arriesgarse a ser capturado por el NKVD y enviado al Gulag. Pavlov, y el resto de los militares soviéticos en general, se resignaron a operar de acuerdo a doctrinas militares radicalmente contrarias a las de Tujachevski, consideradas por el régimen como “proletarias” y, por ello, aceptables. El resultado fue que los tanques rusos, ya fueran diez o veinte mil, resultaron dispersados entre la infantería, limitando así enormemente sus capacidades de hacer frente a las bien entrenadas fuerzas acorazadas germanas. Pavlov escapó a las purgas de los años treinta pero, al no poder frenar el arrollador avance alemán del inicio del verano de 1941, fue fusilado junto con su Estado Mayor el 30 de junio de ese año.

En definitiva, el número exacto de tanques soviéticos en esa fecha no es de una importancia crítica. Lo realmente relevante es que, llegado el momento de enfrentarse a los alemanes, los rusos tampoco desplegaban sus unidades acorazadas de manera independiente, al modo de las divisiones panzer germanas, sino que los separaban entre la infantería, de modo similar a como lo habían hecho los aliados en 1940. Esto contribuyó enormemente al desastre que sufrió el Ejército Rojo durante los primeros meses de Barbarroja.

Operación Barbarroja: el ataque alemán sobre la URSS

Hemos visto como en 1941, y en realidad durante toda la guerra, las divisiones acorazadas suponían un porcentaje pequeño sobre el total del Heer alemán. Esto determinó que el ejército que invadió la URSS el 22 de junio fuese un ejército de infantería, donde las fuerzas motorizadas, incluso contando con las tropas móviles de las Waffen SS que ya empezaban a adquirir una importancia considerable, eran una minoría. Beevor, en su obra "Stalingrado", lo expresa del siguiente modo: “Con la gran mayoría de las divisiones marchando a pie, era improbable que la velocidad total de avance fuera mucho más rápida que la de la Grande Armée en 1812”.

A pesar de ello, a la ruptura de las hostilidades siguió un periodo ininterrumpido de victorias germanas. Las divisiones panzer utilizadas como puntas de lanza del ataque alemán cercaron en numerosas ocasiones grandes cantidades de tropas soviéticas. La infantería tenía que forzar enormemente el paso para seguir, en lo posible, a las tropas acorazadas y terminar con las agrupaciones de soldados rusos que quedaban rodeadas por los avances germanos. Las Batallas de copo de Smolensko y Kiev en agosto y septiembre de 1941 son buenos ejemplos de este proceder. Las fulminantes victorias del verano de 1941 confirmaron la opinión que tenía el alto mando del Reich, y también los servicios de inteligencia aliados, de que el Ejército Rojo se derrumbaría. No obstante, varios comandantes alemanes se empezaron a dar cuenta de que el avance, aunque espectacular, no era todo lo rápido que se había planeado. Además, aunque la Blitzkrieg germana había funcionado, la resistencia soviética, en lugar de derrumbarse a las pocas semanas como lo hizo la polaca en 1939 o la de los aliados occidentales en 1940, se endurecía por momentos.

Tras la victoria de Kiev, Hitler dio finalmente el visto bueno al inicio del avance sobre Moscú: la Operación Tifón. Para ello, se volvió a acudir a las fuerzas acorazadas. Alrededor de una decena de divisiones panzer, considerablemente mermadas debido a los largos meses de combates ininterrumpidos, comandadas por Hoth y por Guderian se prepararon para el asalto a la capital rusa, que debía iniciarse en octubre. Hoth, desde el norte, y Guderian, desde el sur, trataron de tomar la principal ciudad de la URSS en los meses siguientes sin éxito. El invierno ruso, la asombrosa capacidad de la URSS para recuperarse de las perdidas de hombres y material sufridas y la voluntad de resistencia del soldado soviético común obraron el milagro. Los alemanes, que habían perdido aproximadamente una cuarta parte de sus fuerzas desde el inicio de Barbarroja, flaqueaban por primera vez en más de dos años. Los soviéticos comprendieron que estaban jugandose su supervivencia y en noviembre lanzaron a la batalla todo lo que tenían. Numerosas unidades traídas desde Siberia y otras partes de Rusia fueron desplegadas en torno a la capital y, en diciembre, consiguieron lo que ningún ejército había conseguido en los dos años anteriores: detener a los panzer germanos y, a renglón seguido, obligar a retroceder a todo el Ejército Alemán.

Las consecuencias del fracaso de 1941 fueron desastrosas para Alemania. La URSS no había sido derrotada y su capacidad bélica no había sido destruida. La Wehrmacht había sido detenida y se encontraban a la defensiva en todo el frente del Este. Todo ello, unido a la entrada de japoneses y americanos en el conflicto tras el ataque nipón a Pearl Harbor y la declaración de guerra de Hitler a los EEUU, alteró definitivamente el equilibrio global de fuerzas.

En lo que se refiere a las tropas acorazadas, a finales de 1941 se crearon las divisiones 22ª y 23ª, que serían enviadas al año siguiente al frente ruso. Nominalmente, la Panzerwaffe nunca había sido tan fuerte. En realidad, las formaciones ocupadas en el teatro del este habían perdido gran parte de su capacidad de combate, y algunas nunca se recuperarían del todo. Para empeorar más la situación, el Führer hizo responsable a Guderian del fracaso en la toma de Moscú y forzó su destitución. En el que -hasta entonces- era el momento más crítico para el Tercer Reich, las fueras acorazadas se quedaban sin su principal valedor.

domingo, 21 de junio de 2009

La División Panzer II


El término "Panzer"

¿Que es un panzer? Podemos acudir a la página principal de la wikipedia y ver la definición en inglés de la palabra panzer: “a panzer is a german tank” (un panzer es un tanque alemán). Error. Mientras que el término “tanque” es una generalización de una denominación incorrecta (la opinión más extendida sostiene que los británicos denominaron “tanques” a sus primeros ingenios acorazados con la intención de que se confundiesen con depósitos -tanques- de agua), el término Panzer es la abreviación de la palabra Panzerkampfwagen (vehículo de combate blindado o carro de combate). Es decir, no es que los tanques alemanes se llamasen panzer, como a menudo se da a entender en artículos no especializados utilizando expresiones similares a “cincuenta tanques panzer” o “tanque modelo panzer”; sino que el término panzer puede traducirse directamente como “tanque” o, más correctamente en español, como “carro de combate”. Afortunadamente la versión española de la página no comete el error mencionado anteriormente. Como resumen, simplemente haremos referencia al hecho de que los alemanes denominaron a sus carros de combate con números: Panzer I y Panzer II (ligeros), Panzer III, y Panzer IV (medios), Panzer V “Panther” (medio-pesado), Panzer VI “Tiger” (pesado). En cada modelo existían varias versiones que se diferenciaban mediante letras y se seguía el orden alfabético para distinguir a las más modernas de las más antiguas. Es decir, la versión C de un tanque era más moderna que la B. En ocasiones se utilizaban caracteres adicionales: el Panzer IV F2 era similar al Panzer VI F1, pero incluyendo un cañón largo de 75mm, mientras que el F1 utilizaba un cañón corto. Y en ocasiones los términos son equívocos: el Panzer VI se conoce como “Tiger” y el Panzer VI B se conoce como “Tiger II” o “Königstiger”, pero realmente es un carro diferente al Tiger, y no una versión mejorada del mismo.

Por ultimo, en mi opinión, la traducción más apropiada del término “división panzer” al español es “división acorazada”.

¿cuantas divisiones panzer había?

Antes de comenzar la guerra, Alemania contaba con cinco divisiones acorazadas, realmente constituidas como tales. Estas eran las divisiones panzer 1ª a 5ª y estaban formadas por dos brigadas:

-Una brigada mecanizada compuesta por dos regimientos
-Una brigada panzer o acorazada compuesta por dos regimientos con aproximadamente 300 carros de combate entre ambos. Esta brigada también contenía unidades auxiliares de artillería, cazadores de carros (antitanques) y cañones autopropulsados.

Los carros de combate que utilizaban las divisiones acorazadas en esta época eran principalmente Panzer I y Panzer II, con mucha movilidad pero con muy escaso blindaje y potencia de fuego. Por lo general, solo un 10-15% de los carros eran del modelo III y IV, aunque en algunas divisiones este porcentaje era superior.

Tras la campaña de Polonia se comprobó que el número de carros era excesivo para una ágil conducción de las operaciones. Por ello, en 1940 se eliminó el segundo regimiento panzer, reduciendo el número de carros y concentrándolos en un único regimiento panzer por división.

A estas cinco divisiones, se iban a unir en 1939 otras cuatro divisiones panzer formadas a partir de divisiones “leichte” (ligeras). Estas se crearon originalmente como unidades pertenecientes a la caballería, y la intención de sus mandos era que sirviesen como contrapeso al desarrollo de las formaciones acorazadas, ya que muchos jefes de aquel arma entendían que los Panzers se atribuían unas funciones que tradicionalmente les correspondían a los jinetes. Estas unidades solo tenían un regimiento panzer (en lugar de dos) y muchos de sus carros eran de los conocidos como Panzer 35t y Panzer 38t de fabricación checa que en muchos aspectos eran superiores a los modelos I y II alemanes. La cifra de tanques en estas divisiónes oscilaba entre los 200 y los 250.

Además, a las formaciones que iban a participar en la campaña de Polonia se unió la 10ª Division Panzer, formada inicialmente en 1939 como fuerza de ocupación en Checoslovaquia. Esta unidad también contaba sólo con un regimiento panzer pero, a diferencia de las cuatro anteriores, sus carros (aproximadamente 150 unidades) eran principalmente de fabricación alemana.

El éxito de estas divisiones en Polonia en 1939 y en el oeste en 1940 fue apabullante. Las imágenes de los Panzers avanzando por los países conquistados quedó grabada a fuego y ha hecho llegar hasta nuestros días la falsa imagen de una Wehrmacht compuesta fundamentalmente por unidades blindadas marchando sin piedad sobre ejércitos de infantería. En el caso polaco, se habla incluso de cargas de caballería contra los carros de combate. Lo cierto es que esto sucedió una vez en un bosque en el que había quedado rodeado un regimiento polaco de aquel arma. Los jinetes, sin duda alguna haciendo gala de un gran valor, intentaron romper el cerco mediante un carga, pero fueron destrozados por los blindados germanos. La historia fue publicitada precisamente por Göbbels, y se tomó como la pauta general de los combates, lo que en absoluto es real. Lo cierto es que en 1939, los alemanes disponían de un centenar de divisiones de las cuales, como hemos visto, solo diez eran blindadas (aunque a estas se les unían también cinco divisiones de infantería motorizada). En la campaña de Polonia el Tercer Reich desplegó (el número varia según las fuentes) alrededor de 60 divisiones. Es decir, en el campo de batalla, solo una de cada seis era una división acorazada. El resto eran divisiones de infantería. Frente a ellas, se situaban alrededor de 40 divisiones polacas. En términos de hombres, aproximadamente 1.250.000 alemanes frente a 800.000 polacos. Una superioridad manifiesta, sin duda, pero no abrumadora. Si es cierto que el armamento polaco era más anticuado y sus fuerzas aéreas apenas podían oponer un aparato -obsoleto- por cada tres germanos. Todo ello unido a una buena conducción de las operaciones por parte de la Wehrmacht y a un incorrecto despliegue defensivo polaco (llevado a efecto pensando que los franco-británicos acudirían en su ayuda), sin olvidarnos de la posterior intervención soviética, provocó la derrota de Polonia. Los polacos pelearon bravamente por su patria, pero su valentía no fue capaz de compensar todos los factores en su contra, de los cuales solo uno era la potencia acorazada del enemigo.

Durante la ofensiva del oeste, nos encontramos ante un caso similar. En ocasiones se dibuja un ejército germano compuesto mayoritariamente por tanques frente al que los soldados aliados poco podían hacer, pero nuevamente esta visión es incorrecta. En mayo de 1940 el Heer alemán se componía de alrededor de 165 divisiones y únicamente 10 de ellas eran divisiones panzer, ya que no se habían creado nuevas unidades de este tipo. El numero de divisiones motorizadas sí que se aumentó hasta llegar a ocho. Nuevamente las cifras varían según las fuentes, pero podemos entender que la Wehrmacht despliega en el oeste alrededor de 115 divisiones. Es decir, menos del diez por ciento de las divisiones en el campo de batalla eran acorazadas, y estas totalizaban alrededor de 2400 carros. Frente a ellos se desplegaban aproximadamente unas 140 divisiones aliadas apoyadas por alrededor de 3400 tanques. En este caso, parecía que la balanza se inclinaba de manera apabullante del lado aliado cuyas fuerzas aéreas, a diferencia de las polacas, también eran comparables a las del Reich. Además, las unidades acorazadas alemanas seguían estando compuestas en su mayor parte (alrededor del 75%) de carros ligeros I y II y de los modelos checos ya mencionados.

Y, a pesar de todo ello, sucedió lo que todos sabemos. Los alemanes pillaron a los aliados en bragas y les pasaron por encima. El audaz plan de Manstein provocó que la Wehrmacht arrollara a los aliados en breves semanas de lucha y dejo a los germanos como dueños absolutos del terreno. Además, de acuerdo a los números expuestos anteriormente, podemos afirmar que los polacos se batieron en 1939 mucho mejor sus aliados en 1940 y, además, en circunstancias mucho más adversas.

Hemos visto como en ambas ocasiones las campañas germanas fueron llevadas a la práctica con un éxito total y absoluto. Un éxito imposible de lograr sin las divisiones acorazadas, pero que no puede ocultar el hecho de que las divisiones panzer eran una porción mínima de la totalidad las fuerzas de tierra alemanas. El “Heer” alemán era un ejército principalmente de infantería. El hecho de que durante años se haya mantenido la impresión erronea de que estaba compuesto principalmente por fuerzas blindadas no reduce el verdadero aporte de estas a las victoriosas campañas germanas. Antes al contrario, asombra cómo un número tan reducido de tropas acorazadas (apoyadas eficazmente por la infantería y por la aviación) pudiera lograr tan grandes triunfos frente a adversarios que no estaban tan indefensos como se ha pretendido hacer entender a posteriori.

Hasta aquí la segunda fase del desarrollo de la Panzerwaffe germana. La desaparición de Francia como enemigo y la expulsión de los ejércitos británicos del continente europeo iba a dar a Hitler la oportunidad de expandirse por donde siempre había deseado: las amplias estepas del este eslavo. Para ello era necesaria una ampliación de sus fuerzas armadas, especialmente de aquellas que le habían otorgado sus triunfos más sonados. Las fuerzas acorazadas alemanas estaban a punto de experimentar la expansión más grande de su corta historia. Lo veremos en la siguiente entrada.

jueves, 11 de junio de 2009

La División Panzer I


Panzers. Todo el mundo, aunque no sepa de la Segunda Guerra Mundial más de lo que cuentan las películas americanas, ha oído hablar de ellos. Pero, exactamente, ¿Qué eran las divisiones panzer?, ¿Cuantas hubo?, ¿Eran realmente tan superiores a sus oponentes? Vamos a ello.

Los Orígenes

Estamos en 1917. La amalgama de trincheras en la que ha degenerado la Primera Guerra Mundial tiene desorientados a los estrategas de ambos bandos. La población, por extraño que parezca, recibió el anuncio del comienzo del conflicto de 1914 con gran alborozo. Existía una convicción general: la guerra sería corta. El desarrollo armamentístico experimentado por las grandes potencias forzaría un desenlace breve a los enfrentamientos. Los alemanes confiaban en el Plan Schlieffen: primero terminarían con Francia y luego se lanzarían a por Rusia. Desafortunadamente para ellos, Moltke no fue lo suficientemente audaz. Los Aliados confiaban en su entente. En el mar, Gran Bretaña impondría su poderío naval y sometería a Alemania a un severo bloqueo. En tierra, Francia por un lado y el “Rodillo Ruso” por otro por otro podrían cerco al Segundo Reich, llevándole a la derrota. Tampoco sucedió así. El Marne, Tannenberg, Verdún... las batallas con centenares de miles de bajas por ambos bandos se sucedían sin que ninguno de los contendientes diese muestras de agotamiento. Las ofensivas no se traducían, salvo en contadas ocasiones, en avances decisivos sobre territorio enemigo, sino en correcciones de escasos kilómetros -y, en ocasiones, de unos cientos de metros- en las lineas del frente

En este contexto, comienzan a aparecer -en muy pequeña escala- las opiniones a favor de superar las técnicas habituales de combate. Estas voces sostienen que los prolongados bombardeos de artillería seguidos de cargas de infantería han perdido efectividad. La guerra de posiciones tiene que dar paso a la guerra de movimientos. Estas opiniones apenas llegaron a ponerse en práctica en la PGM debido al repentino final que esta experimento en 1918 gracias a la victoria por puntos de los aliados, pero sí hubo algunas pequeñas muestras de por donde iban a desarrollarse los acontecimientos bélicos en la segunda pelea por el titulo mundial en 1939. En esencia, estas fueron las siguientes:

-Los aliados emplean por primera vez los tanques (denominados así para camuflarlos bajo la forma de “tanques” o depósitos de agua) en 1916, en el Somme. No obstante, los resultados no son esperanzadores. Utilizan pocos efectivos y los entremezclan con la infantería, lo que hace que no sean decisivos en el campo de batalla. A pesar de eso, el general británico Sir Douglas Haig, convencido de las potenciales facultades que tiene la nueva arma, solicita que se construyan 1000 unidades.

-En 1917, en Cambrai, los británicos utilizan por primera vez las grandes agrupaciones de tanques, consiguiendo perforar la Línea Hinderburg. Los éxitos de las máquinas no se traducen en avances espectaculares, ya que los contraataques alemanes impiden que los ingleses exploten las rupturas iniciales.

Los aceptables resultados que consiguen los aliados durante la contienda utilizando los tanques no serán apreciados como es debido por los estrategas británicos y franceses. Es cierto que en ningunoa de las batallas de la Gran Guerra en la que intervinieron fueron un arma decisiva, pero también es cierto que las potencialidades de las máquinas no habían sido plenamente explotadas. Varios teóricos aliados como Liddell Hart por el lado británico o Charles de Gaulle por el lado francés expusieron sus teorías en pro del arma acorazada, pero estuvieron lejos de ser “profetas en su tierra”. La conclusión oficial a la que llegaron los vencedores del conflicto fue que los tanques no podían ser decisivos en el campo de batalla por si solos. La consecuencia más importante fue que los ingleses y los galos proyectaron sus fuerzas blindadas como un elemento de apoyo a la infantería en lugar de como un arma autónoma. Por contra, en el lado de los derrotados, un joven oficial alemán estudiaría a fondo estas máquinas y su intervención en la Gran Guerra, llegando a una conclusión absolutamente opuesta. Este oficial no era otro que Heinz Wilhelm Guderian, el futuro padre de la Blitzkreg. Pero no adelantemos acontecimientos.

Las Tropas de Asalto Alemanas

Seguimos en 1917. Algunos altos oficiales alemanes se han convencido de que el planteamiento tradicional de las batallas (gran bombardeo de artillería seguido de avances de la infantería) no funciona. Los bombardeos rara vez destruyen las defensas del enemigo una vez que este se ha puesto a cubierto y, por contra, ponen sobre aviso al mando contrario acerca de las previsibles intenciones que tienen sus oponentes de lanzar una ofensiva en esa zona. Por ello, cuando finalmente entra en acción la infantería, esta se encuentra con un enemigo al tanto de lo que se avecina y cuyas capacidades defensivas no han sido dañadas seriamente por el bombardeo previo. En esta situación, algunos oficiales germano encabezados por Oskar von Hutier desarrollan un nuevo modelo de ofensiva, que a su vez dará a un nuevo tipo de unidad: las Sturmtruppen o tropas de asalto alemanas. Las bases de esta novedosa táctica eran la sorpresa y la velocidad. Los puntos principales en los que se puede resumir esta forma de operar en el campo de batalla son los siguientes:

-Bombardeo de artillería repentino y de corta duración con los cañones colocados en posición de ataque justo antes de la ofensiva. Debían utilizarse tanto bombas de gas como explosivas. El objetivo era ablandar la defensa enemiga.

-Las Sturmtruppen, unidades de infantería especialmente entrenadas en la ruptura del frente, se infiltrarían en la retaguardia del oponente poniendo fuera de combate puestos de mando, emplazamientos de artillería, etc, a la vez que se evitaba en lo posible trabar combate directo con los puntos fuertes del enemigo.

-Una segunda oleada de soldados alemanes equipados con armamento más pesado (morteros, ametralladoras) se encargaría, junto con la artillería que debía mantener el paso de los infantes, de enfrentarse a las posiciones en los que la resistencia fuese más tenaz. En ocasiones, se hacía también mención al hecho de que la aviación podía apoyar el avance disparando sobre las unidades del oponente.

-Para concluir la operación, unidades de infantería regular debían hacerse cargo tanto de acabar con los últimos focos de resistencia enemiga como de consolidar las posiciones ganadas.

Los germanos pondrán en práctica estas ideas en el frente oriental en septiembre de 1917. El éxito será absoluto. El 8º Ejército de Von Hutier toma la ciudad de Riga y hace 9000 prisioneros sufriendo bajas mínimas. Un mes después, en la duodécima batalla del Isonzo -más conocida como la Batalla de Caporeto- las Potencias Centrales recurren nuevamente a esta táctica con el resultado de un éxito aún más arrollador que el obtenido en Riga: los italianos sufren 30.000 bajas entre muertos y heridos y pierden 270.000 soldados que son hechos prisioneros. Las pérdidas germanas vuelven a ser muy reducidas. Dados estos triunfos, los alemanes deciden utilizar estas tácticas en su última gran jugada: la ofensiva general en el frente occidental en 1918.

El 3 de marzo, los bolcheviques firman la paz de Brest-Litovsk con Alemania. Rusia desaparece del teatro de la guerra y los alemanes pueden trasladar parte de las tropas del frente oriental al occidental, aunque un gran número de soldados tuvo que quedarse en el Este debido a la inestabilidad de la zona. En el lado aliado, la presencia de EEUU -que había declarado la guerra al Reich el 6 abril de 1917- se está comenzando a hacer notar. A principios de 1918, los norteamericanos cuentan con 180.000 soldados en Europa, y la cifra tenía todos los visos de seguir aumentando. Este refuerzo a la causa aliada amenazaba con desequilibrar la balanza de fuerzas en contra de los alemanes en pocos meses. Por ello, sabiendo que actuá contra el reloj, el general Erich Luddendorff se prepara para golpear primero y planea una serie de ofensivas contra los aliados a lo largo de toda la línea del frente, utilizando las tropas de asalto como punta de lanza. Un total de cinco ofensivas tienen lugar desde marzo a julio, logrando rupturas locales del frente aliado y avances considerables comparándolos con los habituales en la guerra de trincheras. A pesar de ello, no se consigue provocar un derrumbamiento de los anglo-franceses. Por el contrario, serán los franco británicos quienes, apoyados por un gran número de tropas americanas logren ejecutar entre julio y noviembre una serie de exitosas contraofensivas que llevará al alto mando alemán a comprobar que la guerra está efectivamente perdida.

El nacimiento de las tropas acorazadas.

Tras el fin de la gran guerra, el desarrollo de las tropas acorazadas se iba a encontrar con dos inconvenientes:

-El empleo de tanques, principalmente por los aliados, no había provocado el éxito que se esperaba de ellos.

-La derrota alemana llegó antes de que la táctica de las tropas de asalto hubiese podido demostrar todas sus posibilidades.

Debido a ello, los vencedores del conflicto no se sintieron con excesivos ánimos para lanzarse a la investigación acerca del empleo de las nuevas armas y de las técnicas para la adecuada utilización de las mismas. A fin y al cabo, pensaban, Alemania había sido detenida, primero, y vencida, después, gracias a las tácticas bélicas tradicionales.

Esta situación, provoca que las ideas de Lidell Hart en el Reino Unido o las de de Gaulle en Francia en pro de un desarrollo real y autónomo del arma acorazada no tuviesen apoyo en sus respectivos países. Por contra, en el lado de los vencidos, cuyos militares mostraban asimismo reticencias al desarrollo de las tropas acorazadas, hubo un hombre que sí logró que sus propuestas a favor de los carros de combate fueran escuchadas y, más importante todavía, llevadas a la práctica. Estamos hablando de Heinz Wilhelm Guderian, el padre de las divisiones acorazadas alemanas y, por extensión, de la Blitzkrieg, la guerra relámpago que iba a llevar al Reich desde la Bretaña hasta el Volga y desde Noruega hasta el Alamein.

A principios de los años 20 Guderian recibe sus primeros mandos referidos a las unidades automóviles y motorizadas. Al no existir en Alemania información sobre este tipo de tropas, el germano se hace con los escritos de Liddell Hart y otros autores, y elabora a partir de ellos sus propias ideas al respecto. Según comenta el propio Guderian acerca del estado en que se encontraba el desarrollo teórico de las nuevas tropas en el Reich, “en tierra de ciegos el tuerto es rey. Como nadie se ocupaba de estas cuestiones, pronto se me consideró un experto en ellas”. El oficial prusiano llega incluso a dar clases teóricas acerca del arma acorazada en 1928 sin haberse “sentado nunca en un tanque”. Para finales de la década, el militar alemán se ha convencido plenamente de que los carros de combate no han de concebirse como apoyo a las divisiones de infatería, sino que han de organizarse en unidades autónomas: las divisiones acorazadas. Guderian incluso va más allá, afirmando que son las unidades de infantería las que deben ser consideradas como auxiliares de los tanques. Esta idea todavía tardará mucho tiempo en cuajar entre sus colegas.

En 1932 tienen lugar las primeras maniobras en las que aparecen algunas unidades de carros, lejos de lo que serán los tanques que se iban a utilizar en la SGM, pero que ya permitían a los asistentes hacerse una idea de las posibilidades reales de la nueva arma. En 1933, tras la llegada de Hitler al poder, el mandatario se interesa personalmente por estos nuevos ingenios. Guderian experimenta entonces la sensación de que el nuevo gobierno del Reich está de su lado. En 1935, se restablece el servicio militar obligatorio, lo que significa que se va a terminar con el ejercito de 100.000 hombres impuesto en Versalles y que se planea dar un fuerte impulso al desarrollo militar alemán. Entretanto, el prusiano continua con sus trabajos. Dado que asume que los anglo-franceses van a tener más carros a su disposición, pretende compensar la desventaja cuantitativa mejorando la organización de las formaciones de tanques propias. El 15 de octubre de 1935 nacen oficialmente las tres primeras divisiones acorazadas alemanas, recibiendo Guderian el mando de la segunda de ellas. Nótese que por estas fechas el innovador oficial germano todavía era coronel y, a pesar de ello, recibe el mando de una división, mando reservado tradicionalmente a los generales. Al año siguiente se crearan asimismo las primeras divisiones motorizadas y las conocidas como divisiones ligeras. En 1937 aparece el libro más famoso de Guderian: “Atchung Panzers!” (¡Atención Carros de Combate!) en el que desarrolla sus ideas acerca del empleo de la nueva arma.

Las ideas principales sostenidas por Guderian a lo largo de su trayectoria podemos resumirlas así:

-independencia: no subordinación del arma acorazada a las divisiones de infantería.
-movilidad: el motor es tan importante como el cañón.
-concentración: no deben dispersarse los tanques entre las formaciones de infantería, sino que, al contrario, deben emplearse de manera autónoma en una división acorazada en la que se encuadren, además de los carros, unidades de otras armas complementarias subordinadas a estos.
-empleo en masa: utilización de grandes formaciones acorazadas que permitan obtener un resultado decisivo en el campo de batalla.

Hasta aquí el nacimiento de las tropas acorazadas, pero no hemos respondido todavía a las preguntas que nos hacíamos al comenzar. Iremos a ello en la próxima entrada.