domingo, 20 de septiembre de 2009

Werwolf III

Antes que nada, dar la bienvenida a Bradi Boddason. Hecho esto, pasemos a la tercera entrada relativa al Werwolf.

Un estudio general del movimiento Werwolf llegaría a la siguiente conclusión: 9 de cada 10 operaciones de esta organización fallaron estrepitosamente. La historia de las guerrillas nazis está plagada de deserciones, golpes de mano fallidos, atentados infructuosos, etc. No obstante, en algunas ocasiones puntuales los guerrilleros alemanes sí consiguieron triunfos, generalmente de poca envergadura, contra las tropas de ocupación aliadas. Aquí expondremos únicamente algunas de estas operaciones coronadas por el éxito. A quien desee explorar con más profundidad las acciones del Werwolf le recomiendo el libro de Perry Bidiscombe “Los últimos nazis” en el cual esta basada, en su mayor parte, esta serie de entradas.

El Werwolf en el Oeste: Acciones tras las lineas enemigas

Golpe a la 44ª División de Infantería Americana


En marzo de 1945, uno de los “Destacamentos de Ataque” desplegados por la Wehrmacht en el oeste de Alemania para llevar a cabo operaciones guerrilleras, fue superado por el avance de las tropas del Séptimo Ejército de EEUU en los alrededores de la localidad de Erbach. En la noche del 16 de abril, el destacamento localiza a un jeep americano en un camino forestal y abre fuego contra él. De los dos ocupantes del vehículo, el mayor Bennet y el capitán Cummins, el primero resulta muerto, y el segundo, tras conseguir responder al fuego alemán, herido y capturado.

Los guerrilleros germanos optan por trasladar al oficial americano a presencia del jefe del destacamento, el capitán Schwaben, quién decide que su grupo no está capacitado para mantener prisioneros. Por ello, ordena a sus hombres que lleven al americano al lugar del tiroteo y que, una vez allí, le asesinen de modo que parezca que resultó muerto en el intercambio inicial de disparos.

Los americanos localizaron los cuerpos al día siguiente y, automáticamente, ordenaron que se peinase la zona en busca de los responsables. Se consiguió capturar a dos soldados alemanes, quienes desvelaron a los americanos la historia, pero no se consiguió localizar a Schwaben ni desarticular el comando.


El asesinato del Alcalde de Kirchlegern

En ocasiones, las acciones del Werwolf eran de una simplicidad absoluta, pero letales igualmente. El caso de Kirchlegern, una pequeña población controlada por las tropas americanas, es un buen ejemplo de esto. El día 9 de abril un joven se acercó al ayuntamiento y solicitó ver al Sr. Peiper, el alcalde de la localidad. Desafortunadamente para este último, el joven consiguió acceder al despacho y, ya en el interior, disparó dos veces al mandatario local. Antes de escapar, dejó una tarjeta con la palabra “traidor” y la inscripción “Werwolf” junto al cuerpo sin vida.

Uno de los sospechosos de llevar a cabo este crimen fue Fritz Lotto, con quien nos toparemos en entradas posteriores.


Operación Carnaval

Pasamos a detallar aquí el que posiblemente sea el asesinato más famoso de la guerrilla Werwolf. No fue ciertamente una operación de envergadura similar a la toma de Eben-Emael, o al rescate de Mussolini, pero tampoco puede despacharse en cuatro líneas.

Aquisgrán fue la primera ciudad alemana de cierta envergadura capturada por los aliados occidentales en su avance. Los americanos, tras una batalla de varias semanas de duración, tomaron el control de la localidad a finales de octubre de 1944. La mayor parte de su población había sido evacuada junto con el gobierno local con anterioridad a la pérdida del enclave, pero un puñado de civiles alemanes permaneció entre los escombros del mismo. Para encargarse de las tareas administrativas relativas a esta población civil que todavía se hallaba en Aquisgrán, los americanos se dispusieron a nombrar un nuevo alcalde tan pronto como la ciudad cayó en sus manos. La persona elegida fue Franz Oppenhoff, un abogado católico y conservador. No obstante, por razones de seguridad, el nombramiento no se hizo público

Ni la policía ni el ejército consiguieron mantener hombre alguno en Aquisgrán camuflado entre los civiles. El Partido Nazi, por el contrario, sí consiguió mantener una mínima estructura que se encargó de recopilar información acerca de los ocupantes aliados y pasarla a las fuerzas alemanas. Sin embargo, a pesar de que los hombres que el NSDAP mantenía en la localidad fueron capaces de averiguar que se estaba formando un nuevo gobierno municipal, no fueron capaces de descubrir los nombres de los integrantes del mismo.

Debido posiblemente a esta falta de capacidad, los rumores comenzaron a extenderse. De entre estos, tomó fuerza el que sostenía que la alcaldía de Aquisgrán había sido aceptada por un judío. Parece ser que la llegada de esta información a Berlín fue suficiente para que Göbbels y Himmler se decidieran a actuar y, dado que ni el Partido ni las SS contaban con medios suficientes para dar un golpe de fuerza en la ciudad, se decidió que había llegado el momento de poner en acción al Werwolf. Se enviaron instrucciones a Karl Guttenberg (el HSSPf en el Oeste) quien, si bien con poco entusiasmo, se dispuso a organizar una operación de comando que tuviese como objetivo el asesinato de Oppenhoff. Pocas semanas después, el propio Himmler se involucró en el asunto, firmando un sentencia de muerte contra Oppenhoff y autorizando a Prutzmann a ejecutar dicha sentencia. Por si fuera poco, amenazó veladamente de muerte al poco entusiasta Guttenberg por la lentitud de los preparativos.

El grupo al que Guttenberg le encargó la misión estaba formado por un subteniente de las SS llamado Herbert Wenzel como líder de la operación; un operador de radio de las Waffen SS apellidado Leitgeb; un explorador de las Juventudes Hitlerianas llamado Erich Morgenschweiss, una mujer de la BdM llamada Ilse Hirsch; y dos guías miembros del Partido Nazi apellidados Hennemann y Heidorn. La operación recibió el nombre en clave de “Karneval” (Carnaval)

Ya en febrero de 1945, con el comando finalmente constituido, la siguiente dificultad radicaba en atravesar las líneas enemigas. Cuando Guttenberg le planteó este obstáculo a Prutzmann, el líder del Werwolf le indicó a su interlocutor que tratase el asunto con la Luftwaffe. A pesar de sus dudas, Guttenberg se encontró con que Pelz, un alto mando de las fuerzas aéreas germanas, estaba dispuesto a poner a su disposición un aeroplano con su correspondiente tripulación. Conseguida la colaboración de la Luftwaffe, los integrantes del comando se trasladaron a la base aérea de Hildesheim, donde se les proporcionaron armas cortas, documentos de identidad falsos y moneda americana. Finalmente, la noche del 19 un B-17 capturado los lleva a su zona de salto localizada en los Países Bajos, ya que se estimaba que en el territorio neerlandés las medidas de seguridad aliadas serían menos estrictas que en las zonas conquistadas de Alemania

El comando aterriza sin grandes problemas, deja pasar 24 horas e inicia su marcha hacía Aquisgrán. En la frontera germano-neerlandesa los alemanes tienen un encontronazo con guardias fronterizos holandeses. Consiguen salir victoriosos del mismo, pero pierden a Hirsch, no porque caiga en el combate, sino porque desaparece durante el mismo. El resto de los integrantes del grupo se dirige sin dilación a Aquisgrán.

El día 22 Wenzel decide realizar su primera incursión en la localidad. Envía a Morgenschweiss y a Leitgeb con la misión de averiguar tanto el nombre del alcalde, que a estas alturas todavía desconocían, como su residencia. Para sorpresa de ambos, una vez dentro de la ciudad se encuentran con la desaparecida Hirsch, quién tras la refriega con la patrulla neerlandesa había sido capaz no solo de llegar a Aquisgrán por sus propios medios, sino también de conseguir la información que los dos enviados de Wenzel iban buscando.

Con dicha información en sus manos, Wenzel decide lanzar la operación el día 24. Leitgeb, Hennemann y él entran en Aquisgrán vestidos con monos de la Luftwaffe y se dirigen al número 251 de la Eupenstrasse donde, según había averiguado Hirsch, reside el alcalde pro-aliado Franz Oppenhoff. Hennemann se queda en retaguardia y los otros dos, alrededor de las 23:00 y tras cortar el cable del teléfono, entran en la casa pero únicamente encuentran a la criada, Elisabeth Gillessen. Ante la irrupción de los dos hombres la sirvienta se asusta, pero se sobrepone y les indica que Oppenhoff no esta en el domicilio. Leitgeb y Wenzel tratan de convencer a la criada de que necesitan ver al alcalde para conseguir unos salvoconductos. Gillessen, aún nerviosa, evita a los dos recién llegados y se escabulle para alcanzar un edificio cercano donde esta pasando la velada el dirigente pro-aliado. Una vez allí, le indica a Oppenhoff que dos hombres están en su casa y quieren verle. Oppenhoff sale acompañado de su anfitrión, Heinrich Faust, y ambos se dirigen al domicilio del primero. Antes de llegar se encuentran a Wenzel y a Leitgeb, quienes les solicitan ayuda alegando ser pilotos alemanes derribados. En ese momento, los acontecimientos se precipitan. Hennemann se une al grupo, pero Wenzel le ordena que vuelva a su posición. Faust desconfía de los recién llegados y retorna a su morada, pero Oppenhoff, aunque indica a los supuestos pilotos que deben entregarse a las autoridades norteamericanas, acepta proporcionarles alimento. Por ello, manda a Gillessen a casa preparar unos bocadillos y, poco después, acompaña a la criada al interior del domicilio. Wenzel y Leitgeb le siguen sin que se de cuenta y, cuando Oppenhoff vuelve a salir de su residencia, le arrinconan en su patio. Wentzel empuña una pistola Walter con silenciador y le apunta, pero parece vacilar. Finalmente, Leitgeb le arrebata el arma a su compañero y le descerraja un tiro en la cabeza a Oppenhoff, quién cae fulminado instantáneamente. Ni Wentzel ni Leitgeb se acordaron de recitar la sentencia de muerte firmada por Himmler, a pesar de haberseles ordenado cumplir con dicha formalidad.

Tras ejecutar al alcalde, los dos alemanes corren a reunirse con Hennemann e inmediatamente emprenden la huida. Durante la misma serán sorprendidos por una patrulla americana enviada a investigar el corte del cable realizado poco antes por los comandos germanos. Los estadounidenses dispararan sobre los alemanes y, a pesar de no conseguir alcanzarlos, sí que provocan que se separen, quedando Leitgeb apartado del grupo.

Entretanto Faust había solicitado a un amigo que fuese a pedir ayuda a una unidad norteamericana estacionada cerca de allí. A consecuencia de este aviso, una patrulla estadounidense peinará los alrededores, pero no dará con los alemanes. Entretanto, hacia la medianoche, un médico dictaminó oficialmente la muerte de Oppenhoff. La esposa de este ya había llegado a esa triste conclusión apenas unos minutos antes, tras ver el cuerpo exánime de su marido en el suelo.

La suerte de los integrantes del comando fue dispar. Leitgeb se reunió con los miembros que no habían participado directamente en la acción pero poco después, mientras marchaban hacia las líneas alemanas, pisó una mina muriendo en el acto. Los demás componentes del grupo que viajaban con Leitgeb también fueron heridos por otra mina, lo que les obligó a quedarse en hospitales locales. El único que logró esquivar estos artefactos fue Heidorn, quién se reunió con Wenzel y Hennemann cerca del Rin. En una casa próxima, posiblemente un refugio preestablecido por la organización Werwolf, los tres se tomaron unos días de descanso hasta que finalmente Hennemann y Heidorn se deciden a cruzar el río, siendo capturados casi inmediatamente después de llegar a la otra orilla. Wentzel decidió permanecer en la orilla oeste del Rin, lo que posiblemente le salvó de caer en manos de los aliados. El resto de los supervivientes del comando serían juzgados en 1949 en un tribunal de la RFA.


Sirvan estos tres casos como muestra de las acciones Werwolf tras las líneas enemigas en el Oeste. Justo es decir que las acciones como la de Erbach y Kirchlegern eran mucho más comunes que la elaborada operación de comando contra el alcalde de Aquisgrán. Y, como ya hemos mencionado al principio, justo es también decir que, incluso en las operaciones más simples, en la mayor parte de los casos el éxito brillo por su ausencia.

En la siguiente entrada pasaremos a los asesinatos de derrotistas dentro del territorio controlado por los alemanes y nos adentraremos también en las acciones Werwolf en el este europeo.

3 comentarios:

  1. Curiosa entrada. Hasta el momento solo conocia de oidas este movimiento y su relación con el nacimiento de aquellos grupos que denominamos como "neonazis", es un placer poder profundizar un poco mas.
    Un saludo!

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  2. Gran artículo. Lo que me sorprende es el derroche de recursos materiales y humanos que los nazis desplegaron en misiones inútiles y sin sentido. Es decir, para matar al alcalde de Aquisgran arriesgaron hombres capaces y bien entrenados, e incluso un avión solo para dar una lección a una ciudad que ya había caído y en unos momentos en los que todo se derrumbaba. Creo que la nula visión militar de los líderes nazis fue no la principal, sino la única razón, de la caída de Alemania.

    Un saludo y espero la siguiente entrega.

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  3. Hola Bradi:

    parece ser que desde los 90 han aparecido grupúsculos neonazis que utilizan el término Werwolf, pero es difícil distinguir los que lo hacen como mera propaganda (por ejemplo efectuando pintadas) de los que efectivamente pueden estar interesados en refundar algún tipo de movimiento similar en la actualidad. Desconozco si estos últimos tienen la suficiente envergadura como para ser tomados en serio como el eventual embrión de una futura organización, pero por lo visto existen medios de comunicación en Alemania que han apuntado esta posibilidad.


    Hola Sila.

    A mi también me sorprende la desorganización de la que hizo gala el país paradigma de la buena organización. El Tercer Reich fue, sobre todo en sus últimos meses, una máquina devoradora de recursos de los que cada vez andaba más escaso. Walter Schellenberg, jefe del servicio de seguridad de las SS, al ser interrogado por la amalgama de grupos (el Werwolf, las guerrillas de la Wehrmacht, las Juventudes Hitlerianas, los Grupos Especiales de las SS...) que abundaban en aquellos momentos dijo literalmente “todo patas arriba y todo el mundo responsable en exclusiva de todo”. Vamos, que Alemania por aquellos momentos era todo menos un ejemplo de organización y eficacia germánica.


    Saludos y gracias a los dos por el comentario.

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