domingo, 13 de diciembre de 2009

Rommel I


Rommel, el mítico Zorro del Desierto, posiblemente el general más conocido de la Segunda Guerra Mundial, comandante del Afrika Korps, mariscal del Reich, líder de las fuerzas alemanas en Normandía, y ¿conspirador contra Hitler? En fin, no adelantemos acontecimientos y vamos a tratar de conocer un poco mejor una de las figuras históricas más relevantes de su época.


El inicio de la carrera militar

Erwin Johannes Eugen Rommel nace en el territorio de Suabia, en la región de Wurtemberg el 15 de noviembre de 1891. Era hijo de Erwin Rommel, profesor de instituto de Heidenheim y de Helene von Luz, hija del gobernador de la ciudad. A diferencia de lo que sucedió con otros famosos generales alemanes, Rommel no nació en el seno de una familia con gran tradición militar, pero sí es cierto que su padre sirvió como oficial de artillería antes de dedicarse a la docencia. De hecho, sería su progenitor el que le recomendase iniciar la carrera en el ejército.

El joven Rommel trató, sin éxito, de seguir los pasos de su padre e ingresar en el cuerpo de artillería. Poco después, el futuro mariscal de campo intentó que le aceptasen en el cuerpo de ingenieros, pero tampoco aquí lograría ser admitido. Finalmente, en julio de 1910 consiguió entrar como cadete en el 124º Regimiento de Infantería de Wurtemberg. El suabo causó una buena impresión a sus superiores, siendo ascendido a cabo en octubre y a sargento pocas semanas después. En marzo de 1911 es enviado a la Real Academia Militar de Danzig donde permanecerá hasta noviembre de ese mismo año. La evaluación que obtuvo fue notablemente positiva y en enero de 1912, ya ascendido al grado de subteniente, regresa al 124º Regimiento. Durante su estancia en la ciudad báltica tuvo lugar uno de los hechos más relevantes de la existencia de Rommel, y es que en esta localidad el futuro mariscal conoció a la mujer que iba a ser el gran amor de su vida: la joven Lucy Mollin. Lucy pertenecía a una familia terrateniente y profesaba la fe católica, al contrario que Rommel que era protestante. Esto no fue óbice para que ambos contrajesen matrimonio pocos años después, en 1916, en plena Primera Guerra Mundial. Rommel amó a Lucy toda su vida y esta mujer fue siempre el principal punto de apoyo del militar germano.


Rommel en la Gran Guerra

El Frente Occidental


El 28 de junio es asesinado en Sarajevo el príncipe heredero del trono del Imperio Austro-Húngaro junto con su esposa. A consecuencia de esta muerte y de las complicadas alianzas que salpicaban el mosaico de estados europeos, poco después del atentado todo el viejo continente se encontraba en guerra. Austria-Hungría, apoyada por Alemania, declarará la guerra a Serbia, la cual se hallaba respaldada por Rusia, nación que a su vez estaba aliada con Francia. El Reich, al poner en marcha (si bien es cierto que solo parcialmente) el Plan Schlieffen, opta por invadir Bélgica una vez que este país rechaza la solicitud germana de permitir el paso a sus tropas, y esta invasión provocará la entrada de Gran Bretaña en el conflicto del lado franco-ruso. Los británicos declararán la guerra a Alemania el 4 de agosto. No había vuelta atrás. La Primera Guerra Mundial había comenzado.

Rommel emprendió con su regimiento la marcha hacia el frente occidental el 5 de agosto, y el 22 del mismo mes el pelotón comandado por el suabo entró en contacto con el enemigo en la localidad de Bleid. Los soldados de Rommel avanzaban destacados por delante del resto de la unidad. Una vez que los alemanes alcanzan las afueras, el joven suboficial seleccionó tres hombres y, junto con ellos, se internó en el pueblo. En los primeros edificios se topó con unos 15 o 20 soldados franceses que no se habían percatado de la presencia del enemigo. El militar germano decidió no desaprovechar la ocasión. En lugar de avisar al resto del pelotón, el subteniente opta por ocuparse de los enemigos con la ayuda de su pequeño grupo. Aprovechando el factor sorpresa, los cuatro alemanes abren fuego al tiempo que se abalanzan sobre los galos, consiguiendo abatir a la mitad de ellos. Fue la primera vez que Rommel mató a un semejante.

Tras recuperarse del primer choque, los franceses contraatacan y devuelven el fuego, forzando al suabo a regresar a por el resto de sus hombres. Después de reunirse con ellos, Rommel vuelve a intentar tomar el enclave, cosa que consigue tras fuertes escaramuzas con los soldados enemigos.

Una vez que Bleid está en manos alemanas, Rommel vuelve a adelantarse con dos de sus hombres y la situación se repite. El impetuoso suboficial se encontró con varios soldados franceses contra los que abrió fuego sin esperar al grueso del pelotón. Tras los combates, debido al agotamiento y al dolor provocado por una enfermedad del estomago que padecería toda su vida, Rommel pierde momentáneamente el conocimiento. Lo recuperará poco después, solo para encontrarse en medio de otro intercambio de disparos. Los galos se habían reagrupado e intentaban reconquistar Bleid, pero las tropas alemanas habían conseguido asentarse sólidamente y rechazaron el ataque.

Tras los acontecimientos mencionados, el 124º Regimiento prosigue su marcha hacia el oeste junto al grueso del Ejército Alemán. El día 1 de septiembre llega al Mosa y, tras cruzarlo, traba combate nuevamente con la infantería francesa. Rommel continuaba al mando de uno de los pelotones de cabeza de la unidad, y el hecho de encontrarse en esta posición expuesta, unido a la confusión de los constantes enfrentamientos, provocó que quedase atrapado en medio del fuego cruzado franco-germano. El pelotón pierde contacto con el regimiento y en los informes oficiales se da por muerto a su lider. Afortunadamente, el suabo conseguirá mantener la situación bajo control y logrará retomar la comunicación con sus líneas.

Antes de que el frente occidental degenerase en una amalgama de trincheras, Rommel y sus hombres participarían en los combates que se desarrollaron a lo largo de verano en el noroeste de Verdún. Durante los mismos, el suabo destacó tanto por su iniciativa como por las habituales discusiones mantenidas con sus superiores, dos rasgos que le acompañarían a lo largo de toda su carrera.

Finalmente, el 24 de Septiembre, Rommel se encontró frente a frente con cinco soldados galos. Logró derribar a dos antes de quedarse sin munición. Al no haber otra opción, caló la bayoneta y cargó contra los restantes. En la escaramuza, una bala enemiga le alcanzó en el muslo izquierdo, causandole una herida grave y poniendo fin a su primera experiencia bélica. No volvería al frente en lo que quedaba de año, pero como recompensa por sus acciones recibiría la Cruz de Hierro de 2ª Clase.


Vuelta al frente

Rommel retornó a primera línea en enero de 1915 con el cargo de comandante de compañía. Se le asignó el mando de la 9ª compañía del 2º batallón del 124º regimiento. El día 29 de ese mes participó en una ofensiva en el sector del Argonne, ataque en el cual consiguió penetrar con sus hombres unos 1500 metros en el sistema defensivo francés, distancia considerable en la guerra de trincheras. Sin embargo, este notable éxito trajo consigo consecuencias no deseadas. El resto de las unidades no pudo mantener el avance de los hombres de Rommel, lo que provocó que estos quedasen cercados por los franceses en un posterior contraataque galo. El suabo volvió a desenvolverse con notable soltura en esta difícil situación. En lugar de mantenerse a la defensiva, ordenó a varios de sus hombres que atacaran a los franceses con firmeza. El inesperado movimiento provocó un momento de indecisión en los galos, indecisión aprovechada por la 9ª compañía para escapar del cerco y alcanzar las líneas alemanas. Todos los soldados rodeados consiguieron salvar la vida, y los germanos solo tuvieron que lamentar 5 heridos. Rommel conseguiría la Cruz de Hierro de 1ª Clase por esta acción.

Es en este momento cuando el futuro mariscal comienza a ser bien conocido por los soldados alemanes próximos a él. Su instinto para encontrar el punto esencial de la batalla y lanzarse contra él con todas sus fuerzas era algo que no pasaba desapercibido. La intuición para estar exactamente donde debía estar y en el momento justo en que había que estar empezó a ser reconocida por sus hombres. “Allí donde esta Rommel, allí esta el frente” fue un comentario que empezó a hacerse común entre las tropas bajo su mando.

Pero no todo eran buenas noticias para el joven subteniente. En mayo, el mando de la 9ª compañía fue traspasado a otro oficial de más edad, y el suabo tuvo que conformarse con volver a ser jefe de pelotón. No obstante, este percance no impidió que el condecorado Rommel participase en varias de las muchas escaramuzas que tuvieron lugar en la zona hasta el verano.

En el mes de septiembre, Rommel es ascendido a teniente y, poco después, abandona el 124º regimiento y se integra en el Real Batallón de Montana (Gebirgsbataillon) de Wurtemberg. Como consecuencia de este cambio, abandona el frente del Argonne y se dirige a Austria, lugar donde se estaba formando esta unidad. Al Oberleutnant Rommel se le asignó el mando de la 2ª compañía y, a finales de 1915, una vez que el batallón estuvo preparado para combatir, se envió al sector sur del frente occidental, desplegandolo en Alsacia. En esta zona el sistema de trincheras era todavía más denso que en el Argonne, lo que provocaba que las acciones bélicas se tuviesen que limitar forzosamente a un puñado de incursiones. Afortunadamente para Rommel, la estancia del Gebirgsbataillon en Alsacia no se prolongó hasta el final de la contienda. En octubre de 1916, la unidad fue trasladada desde Francia hasta Rumanía.


El Frente Rumano

Las condiciones de vida de los soldados alemanes en territorio rumano distaban de ser buenas. No se disponía de instalaciones adecuadas, ni de posiciones defensivas sólidas y el clima de las montañas era espantoso, lo que provocó que, ya el primer día, varios soldados del Gebirgsbataillon tuvieran que ser evacuados con claros síntomas de congelación. Mas, una vez que consiguieron adaptarse a las particularidades del nuevo teatro de operaciones, los germanos se dispusieron a aprovechar las nuevas oportunidades que aquella zona les ofrecía para desarrollar una guerra de movimientos, y ya en noviembre los hombres de Rommel comenzaron a enzarzarse en combates con los rumanos. En ese mismo mes, el joven suabo consigue un breve permiso que aprovecha para casarse con Lucy. La boda tendrá lugar el 27 de noviembre, pero la vida conyugal de Rommel no pudo prolongarse demasiado.

El frente rumano experimentaba movimientos mucho más acusados que el estático frente occidental. Por lo que respecta al panorama general, Bucarest cae en poder de los germanos el 6 de diciembre; y por lo que se refiere a los hombres de Rommel, durante el último mes de 1916 y el primero de 1917 se enfrascaron en una serie de golpes de mano en los que causaron a los rumanos graves pérdidas, principalmente en forma de prisioneros. La conducción de las operaciones por parte de Rommel era a menudo atrevida, pero no exponía a sus soldados a situaciones de riesgo innecesarias. Uno de los ejemplos más representativos lo vemos en la toma de Gagesti, en la que el suabo capturó 330 prisioneros pero no sufrió una sola baja.

En el Gebirgsbataillon, Rommel empezó además a explotar una de las capacidades más sobresalientes del Ejército Alemán: la facilidad para formar grupos de combate ad hoc entre unidades de distintas armas (artilleros, ametralladores...) y así adaptarse a las circunstancias del momento. A pesar de la percepción que se tiene de los alemanes como “cabezas cuadradas”, lo cierto era que en los ejércitos germanos existía por lo general un mayor espacio para la improvisación que en el de cualquiera de sus oponentes. Rommel y otros muchos oficiales alemanes fomentaron y se aprovecharon de este rasgo específico de las tropas alemanas.


La batalla del Monte Cosna

A principios de 1917, el Gebirgsbataillon fue trasladado nuevamente a Francia, pero en verano ya estaba de vuelta en Rumanía, donde Rommel iba a participar en la, hasta el momento, batalla más importante de su vida: la toma del Monte Cosna.

El Monte Cosna era un obstáculo natural del primer orden: una gran montaña que se interponía entre los alemanes y el Mar Negro. Se encargó al Gebirgsbataillon que tomase el enclave y para esta misión se pensó en Rommel, a quien se le asignó el mando de varias compañías, incrementandose así notablemente el número de hombres a su cargo. El futuro mariscal inició el ataque el día 9 de agosto y lo dirigió con extraordinario ímpetu en las jornadas siguientes, hasta el punto de ser nuevamente herido -si bien de manera leve- en los combates a corta distancia que tuvieron lugar entre ambos contendientes. A pesar de ello, el joven oficial continuó encabezando la lucha, hasta llegar a conquistar casi totalmente el Monte Cosna para el día doce de agosto. Es en ese momento cuando las tornas cambian. Los rumanos soprendentemente consiguen reagruparse y preparan un contraataque que lanzan el día 13. Durante varias jornadas, golpean duramente a los alemanes, llegando prácticamente a expulsarlos hasta su punto de partida. Pero los hombres de Rommel lograrán mantener en su poder las estribaciones cercanas, evitando que la línea del frente se rompa ante el violento contraataque enemigo. Ante la tenaz resistencia germana, la ofensiva rumana pierde paulatinamente fuerza y, a partir del día 16, la situación se estabiliza. Tras un breve intervalo de tranquilidad, el día 19 de agosto Rommel pasa nuevamente al ataque y consigue, esta vez sí, expulsar a los rumanos de la montaña. Con todo, los rumanos no desisten y vuelven a lanzarse al contraataque poco después, pero en esta ocasión no tendrán éxito. Los alemanes se han asentado firmemente en la zona e impiden a las tropas enemigas asaltar la cima. El día 25, una vez que el enclave ha sido asegurado, el Gebirgsbataillon será destinado a la reserva.

4 comentarios:

  1. Interesante artículo. No conocia demasiado de estos primeros años y su papel en la Gran Guerra. Espero con interés los siguientes artículos y, sobre todo, haber que nos cuentas de la conflictiva relación que tuvo el futuro lider del Africa Korps con el movimiento nazi.
    1 saludo Ernst!

    ResponderEliminar
  2. Gracias Bragi.
    Intentaré sacar la siguiente parte este fin de semana.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. Rommel poseía una aptitud innata para la milicia y la forma de maniobrar en la batalla demuestra su capacitación. Era un líder porque estaba donde podía contemplar el campo de batalla al completo y lo que no podía ver, se lo imaginaba. Como líder, tenía iniciativa y los riesgos que corría eran los justos para no decantarse en una debacle.

    ResponderEliminar
  4. Cierto, pero -en lo referente a la contemplación del campo de batalla- también se le criticó con frecuencia por aproximarse demasiado al frente, lo que le hacía ganar cercanía, pero perder visión de conjunto.

    Saludos.

    ResponderEliminar