sábado, 21 de marzo de 2009

Operación León Marino II


El Día del Águila

La fecha a partir de la cual puede considerarse como comenzada a la Batalla de Inglaterra es el 10 de Julio de 1940. En ese momento empiezan las operaciones preliminares de la Luftwaffe en el Canal de la Mancha y en la costa sur de Gran Bretaña. El objetivo era doble: tantear las defensas británicas y hundir sus buques mercantes en la zona. Apenas un mes después, el 8 de Agosto, se produce el primer combate de importancia entre unos Stuka que rastreaban la zona en busca de mercantes británicos y unos Spitfire. Los cazas de la RAF se apuntaron la victoria, produciendo 16 bajas entre los aparatos germanos. No obstante, estas acciones no pasaban de meras fintas. No eran más que un simple preludio de los que se avecinaba.

El Adlertag (Día del Águila), inicialmente previsto para el 10 de Agosto, se retrasó hasta el 13. Su objetivo, según la directiva del 1 de agosto, era la destrucción de la fuerza aérea británica. Para entonces, las flotas aéreas II y III comandadas por Albert Kesselring y Hugo Sperrle sumaban la cifra de 2600 aparatos. El día 13 la Luftwaffe lanza su primer gran golpe y envía contra los aeródromos del sur de Inglaterra unos 500 bombarderos y 1000 cazas. Sera entonces cuando la hasta entonces invicta fuerza aérea alemana se encuentre con una desagradable sorpresa: en los tres primeros días de combates sus bajas suman 120 aparatos. La RAF, por el contrario, solo sufre la pérdida de 47 aviones. Las cifras se incrementaran ligeramente en las jornadas siguientes. La media diaria de derribos se situá en torno a unos 50 aparatos alemanes y 20 británicos. La primera fase de la ofensiva concluye el 18 de Agosto, cuando un ataque a gran escala de los alemanes se salda con la pérdida de 71 aparatos de la Luftwaffe, mientras que los británicos solo lamentan la baja de 27 aviones. A estas alturas, tras los enormes daños que les han infligido los valientes pilotos de la RAF, es evidente para los gemanos que los ingleses no se van a dar por vencidos fácilmente. Los alemanes no tienen más opción que concederse un respiro y analizar nuevamente la campaña que se traen entre manos.

Las razones de esta primera derrota de la fuerza aérea alemana pueden resumirse del siguiente modo:
-La RAF disponía de una cantidad de aviones superior a la de los enemigos a los que había tenido que hacer frente la Luftwaffe con anterioridad y sus pilotos tenían una moral elevada.
-La caza británica estaba equipada, entre otros aparatos, con el magnifico Spitfire. Este avión era equiparable al Me-109, que formaba la columna vertebral de la caza alemana.
-La batalla se desarrollaba en los cielos británicos. Por ello, varios de los derribos conseguidos por la Luftwaffe suponían para la RAF únicamente la pérdida del aparato, ya que el piloto podía ser recuperado al tomar tierra en paracaídas sobre suelo inglés.
-Limitada autonomía de los aviones (sobre todo de los aviones de caza). Ello provocaba que los bombarderos alemanes se quedaran sin escolta de cazas a los pocos minutos de alcanzar el espacio aéreo enemigo.
-El radar. Gracias a él, los británicos podían conocer con prontitud donde descargaría sus golpes la fuerza aérea alemana. Por ello, podían decidir con anterioridad si querían emplear sus cazas en combates contra los germanos, o reservarlos para mejor ocasión. Es decir, era la RAF la que en última instancia optaba por presentar batalla o no.

La tenaz resistencia de la fuerza aérea británica en los primeros compases de la ofensiva demostraba que no iba a ser fácil descabezarla con una serie acelerada de certeros y repetidos golpes similar a las que los alemanes habían llevaban a cabo con singular maestría en las ofensivas previas, terrestres principalmente. La “blitzkrieg aérea” tendría que ser sustituida por una campaña mas pausada y meticulosa. A consecuencia de esto, Hermann Göring incluyó como objetivo, además de la destrucción de la RAF, la devastación de las industrias aeronáuticas inglesas. Con ello venía a reconocer que la operación no se solventaría necesariamente en el corto plazo.

La segunda parte de la ofensiva se desarrolló entre los días 24 de agosto y 6 de septiembre. Durante esos días, la Luftwaffe lanzó una serie de bombardeos a gran escala centrando sus esfuerzos en continuar con la destrucción de los aeródromos británicos y comenzando también a atacar las industrias aeronáuticas del Reino Unido. La reanudación de la ofensiva por parte de la Luftwaffe hizo aparecer las carencias de la RAF. Esta última, a pesar estar batiendose con gran bravura, no se hallaba tan preparada como sus contrapartes alemanes para una campaña a largo plazo, ya que no poseía capacidad para recuperarse de sus pérdidas humanas tan rápidamente como la Luftwaffe, incluso teniendo en cuenta que estaban a su disposición numerosos pilotos franceses, polacos y checos. A pesar de que las bajas alemanas en aparatos continuaban siendo superiores a las inglesas, la destrucción de los centros en los que se basaba el poder de la RAF (aeródromos e industrias) estaba comenzando a saturar las posibilidades de defensa de los anglosajones. A las elevadas pérdidas británicas en aparatos (450 cazas entre el 24 de agosto y el 6 de septiembre) hay que sumar el hecho de que las bajas en pilotos comenzaron a mostrar un saldo favorable a los alemanes. Durante las operaciones de julio, los germanos perdieron el 11 por ciento de sus pilotos de caza y los británicos el 10 por ciento. Tras los combates de agosto, y especialmente tras el violento inicio de la segunda fase de la ofensiva, las tornas cambiaron. Alemania incrementó sus perdidas hasta el 15 por ciento, pero Gran Bretaña multiplicó las suyas hasta el 26 por ciento. El Reino Unido no podía permitirse seguir a ese ritmo mucho tiempo.

“La RAF ha bombardeado Berlín”

Al mismo tiempo que se desarrollaba la segunda fase de la batalla, estaba teniendo lugar un serie de acontecimientos que cambiarían el curso de la misma. El día del inicio de la segunda fase de la ofensiva, el 24 de agosto, un pequeño grupo de bombarderos alemanes extraviado lanzó sus bombas por error en la capital británica. Hasta entonces, las fuerzas aéreas, incluidas las alemanas, se habían abstenido de atacar objetivos civiles carentes de importancia militar. Los objetivos de la Luftwaffe habían sido los aeródromos, bases, centros de comunicación, etc. Es decir, blancos perfectamente legítimos de acuerdo a las normas de la guerra. Esta fue la primera vez que, conviene recordar que por equivocación, la fuerza aérea alemana atacó un objetivo puramente civil. La radio alemana se apresuró a ofrecer disculpas públicas por la acción; sin embargo, los ingleses no tenían en mente aceptarlas.

Winston Churchill era perfectamente consciente de la situación crítica que atravesaba la aviación de caza británica y vio en el error alemán la oportunidad de modificar el curso de los acontecimientos. El mandatario británico ideó un plan para que los germanos cambiaran su objetivo primario, la destrucción de la RAF, por otro que en aquel momento supusiese un problema menor para el gobierno inglés: el bombardeo sobre Londres. Para ello ordenó que, como represalia al ataque alemán, la RAF bombardease Berlín. El raid, este sí que fue relizado con plena intencionalidad, fue llevado a cabo por 81 bombarderos de la RAF la noche del 26 de agosto y continuó los días siguientes. Para dotar de más efectividad a la acción de los aviones, la BBC se encargó de hacerla pública del siguiente modo: "nosotros no tratamos de excusarnos; al contrario, estamos orgullosos de dar la noticia: la RAF ha bombardeado Berlín". Fue un ataque carente de todo objetivo militar. Su único propósito era el de enfurecer a Hitler, para que este cambiase así el objetivo de su campaña sobre Inglaterra y se centrase en bombardear Londres, dando de este modo un respiro al extenuado mando de caza británico. Desde el punto de vista estratégico, fue un éxito absoluto de Churchill. Ahora bien, no podemos olvidar que lo consiguió a costa: primero, de bombardear Berlín (que en aquel momento no podía considerarse en modo alguno como un objetivo militar legítimo); y segundo, de canalizar la furia de la Luftwaffe hacia la población británica, en lugar de hacia sus derrengadas fuerzas aéreas. También merece destacarse el hecho de que, tras Mers el Kebir, los británicos mostraban por segunda vez a las claras su desprecio por las normas de la guerra. Dicho desprecio, conviene recordarlo, no fue absoluto privativo de los alemanes.

El “Blitz” sobre Londres

Hitler en un discurso del 4 de septiembre decía los siguiente: “Si los ingleses se preguntan desconcertados ¿por qué no viene? Yo voy a tranquilizarlos ahora mismo, diciendo: tranquilos, ya vamos” El mandatario británico le había hecho la cama al dictador germano, y este se iba a a meter en la misma feliz y contento. Churchill había mostrado pocos escrúpulos y una gran visión de la jugada. Fue suficiente para provocar que el Führer, haciéndole el juego a su enemigo, modificase el objetivo de la campaña cuando esta se estaba finalmente decantando a favor del Reich. Los alemanes, dando de lado la meta esencial que hasta el momento había guiado sus operaciones en la zona (la destrucción de la aviación británica), se aprestaron a dirigirse contra la capital inglesa. El premier lo había logrado: sacrificaba Londres pero no perdía la guerra.

El primer gran bombardeo que marco el inicio del “Blitz” tuvo lugar el 7 de septiembre. Trescientos bombarderos y setecientos cazas se lanzaron sobre la capital inglesa, logrando provocar grandes daños en la ciudad a costa de perder 41 aviones. Las pérdidas británicas se elevaron a 28 aparatos. Los siguientes ataques tuvieron lugar los días 9 y 15 de septiembre, pero en estos días las pérdidas alemanas fueron mayores y los éxitos de sus bombardeos disminuyeron. El día 17 Hitler ordenaba que la operación “León Marino” fuese pospuesta hasta mejor ocasión. No obstante, las pruebas más duras para la población británica aún estaban por llegar, ya que los bombardeos no solo no se detuvieron, sino que se extendieron al resto de las ciudades del Reino Unido. Bristol, Southampton, Liverpool... fueron también objeto, con variable éxito, de las bombas germanas.

La caza británica, tras el respiro que le dieron los alemanes a partir del 7 de septiembre, estaba volviendo por sus fueros apenas una semana más tarde. Las industrias inglesas seguían dotando a sus fuerzas armadas de aparatos a buen ritmo y se hicieron grandes esfuerzos en formar nuevos pilotos para que los derribos alemanes no supusieran una pérdida en la calidad de las tripulaciones. Como consecuencia de esto, las acciones de los anglosajones contra los aparatos germanos comenzaron a cosechar importantes éxitos. Dos nuevos ataques sobre Londres los días 27 y 30 de septiembre fueron rechazados, sufriendo la aviación del Reich graves bajas.

En octubre, la Luftwaffe pasó a efectuar la mayor parte de sus operaciones por la noche. Ello provocaba una reducción en la precisión de sus ataques, pero también disminuía las enormes pérdidas que estaba sufríendo la aviación germana. Para las operaciones nocturnas, los alemanes equiparon a los cazas Me-109 y Me-110 con bombas de hasta 250 kilos, lo que les restaba maniobrabilidad, pero los convertía de facto en cazabombarderos. El día 15 una nueva incursión sobre Londres -efectuada en dos tandas: una diurna y otra durante la noche- ejecutada con este tipo de aviones tuvo un éxito considerable.

No obstante lo anterior, los logros alemanes no se estaban traduciendo en avances estratégicos palpables. La Luftwaffe había conseguido dañar las mas importantes ciudades del Reino Unido pero, a pesar de la lógicas dificultades que eso supuso para los británicos, su moral no se resquebrajó. Los ingleses podían tener graves problemas (ciudades bombardeadas, pilotos al borde del agotamiento, gran número de víctimas civiles...) pero habían conseguido su objetivo: evitar la invasión alemana. La fuerza aérea alemana, por el contrario, se estaba consumiendo sin ningún objetivo estratégico. Y sin embargo, dando muestras de una cabezonería digna de mejor causa, los teutones continuaron con su ofensiva sobre las ciudades enemigas en los meses siguientes. Coventry fue victima de los bombardeos el 14 de noviembre. El 19, le toco el turno a Birmingham. Londres volvió a ser bombardeada el 29 de diciembre y continuaría siéndolo con asiduidad hasta que la Luftwaffe fuera enviada al este para participar en la invasión de la URSS. De hecho, todavía en abril de 1941 setecientos bombarderos alemanes dejaron caer su mortífera carga sobre la capital británica.

Conclusión

La batalla de Inglaterra supuso una derrota alemana sin paliativos. Aunque es conocido el hecho de que las pérdidas germanas fueron superiores (los números varían mucho dependiendo de las fuentes, pero se podría aceptar como aproximada la cifra de 1300 aparatos británicos y 1900 alemanes derribados hasta octubre), la derrota del Reich no ha de cifrarse en términos cuantitativos, sino en el grado de cumplimiento de los objetivos de la campaña. Si atendemos a este factor, tendremos que admitir que los ingleses consiguieron su objetivo (evitar la invasión); mientras que los alemanes no consiguieron ninguno de los suyos (ni Gran Bretaña se avino a la paz con Hitler, ni la RAF fue destrozada por la luftwaffe, ni el bombardeo de sus ciudades forzó a los británicos a firmar la rendición, ni las islas fueron invadidas).

A simple vista salta la diferencia de planteamientos: los británicos tuvieron un propósito claro y definido durante la campaña, y a él dedicaron sus esfuerzos. Los alemanes por el contrario tenían una amalgama de objetivos, cuya importancia variaba a lo largo de la campaña de acuerdo a una serie de razones que nunca quedarán del todo claras. La anglofilia del Führer hizo que no se considerara hasta muy tarde la posibilidad de una guerra con el Reino Unido; la sustitución de la destrucción de la RAF por el bombardeo de Londres fue una mezcla de improvisación y falta de sentido estratégico; la campaña de bombardeo sobre las ciudades se mantuvo, provocando un derroche de recursos, cuando era ya evidente que no podía traer como resultado la rendición de los británicos...

Como complemento a lo anterior, y teniendo siempre presente que el fallo en la delimitación de los objetivos fue la causa esencial de la derrota alemana, podemos recalcar que existieron también otros factores que contribuyeron a la misma en determinados momentos. Cabe destacar los siguientes:
-El tamaño de la Kriegsmarine en comparación con el de la Royal Navy era simplemente ridículo. Ello provocó que el peso de la campaña quedase en manos de la Luftwaffe, que se topó con un adversario mucho mejor equipado, resuelto y decidido a combatir que los enemigos con los que se había encontrado hasta entonces.
-La costa inglesa se dotó desde 1938 con estaciones de radar. Gracias a esto, los británicos podían controlar los movimientos de aviones y barcos que tenían lugar en las proximidades de las islas. El desarrollo del radar fue sin lugar a dudas, uno de los mayores aciertos anglosajones.
-La falta de bombarderos estratégicos de la que adolecía la Luftwaffe. El arma aérea germana era una máquina perfectamente concebida y desarrollada... para apoyar las operaciones del ejercito de tierra. En la concepción alemana de la guerra no había lugar para el uso de la aviación de manera autónoma. Por ello, lo bombarderos con los que fue equipada la Luftwaffe fueron bombarderos medios y bombarderos de ataque en picado (como los Stukas), excelentes para prestar apoyo a las unidades en tierra; pero no se desarrollaron bombarderos pesados de gran alcance capaces de sostener una campaña de bombardeo estratégico a largo plazo.

Para terminar, señalaremos que, si bien las incursiones alemanas sobre el Reino Unido fueron los primeros grandes bombardeos sobre ciudades durante la guerra, estos no se concibieron -a diferencia de los posteriores raids aliados sobre el Reich- para la matanza indiscriminada de civiles. Los bombardeos seguían viéndose por el alto mando alemán como una forma de presionar a los británicos y de obligarles a firmar la rendición. Baste citar el hecho de que en el bombardeo sobre Coventry de noviembre de 1940 las cifras de fallecidos oscilan entre los 500 y los 600. Por contra, en el bombardeo de Hamburgo de julio de 1943 protagonizado por la RAF y la USAAF, el número de muertos se mueve en torno a los cuarenta y los cincuenta mil. Es evidente que la abismal diferencia de cifras no se debía solo al hecho de que los aparatos de la Luftwaffe no fuesen adecuados para la función que se les encomendaba, sino a que los alemanes no tenían en mente la destrucción masiva de los civiles británicos. Esto queda demostrado además por el porcentaje extremadamente pequeño de bombas incendiarias, en comparación con el de bombas explosivas, que los aviones germanos lanzaban en sus incursiones sobre Inglaterra durante el “Blitz”. No se debe olvidar que las bombas incendiarias aliadas serían las que ocasionasen la Feuersturm (tormenta de fuego) sobre las ciudades alemanas a partir de 1943, causando que los muertos en cada bombardeo dejasen de contarse por centenares y pasasen a contarse por miles, o incluso por decenas de miles.

Fuentes principales:

La guerra naval en el Atlántico
Luis de la Sierra
Editorial Juventud.
1974

Europa bajo los escombros
Fernando Paz
Editorial Altera
2008

2 comentarios:

  1. Interesante blog! sobre el final: Las ciudades de Coventry y Dresde se hallan hermanadas desde los años 50, una muestra de que la guerra, por horrible que haya sido, es superable. Para los británicos, los bombardeos no cesaron tras la batalla de Inglaterra, sino que continuaron cuando estuvieron listas las V1 y más tarde las V2 con el propósito, como se llamaban estos ingenios, de 'venganza' indiscriminada. La V1 se podían interceptar y era bastante torpe y elemental, pero la V2era un enegendro que caía desde la estratosfera superando la velocidad del sonido, así que no se podía oir llegar y apenas ver un segundo antes del impacto. Con todo el mayor número de v´citimas por V2 o se regiustraron en Londres sino en Amberes, cunado una de ellas cayó en el cine Rex y ma´tó a unas 600 personas. Amberes, y no Londres, fue la ciudad que más impactos de V2 recibió

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  2. Las armas de la venganza, aún siendo un prodigio de la tecnología (principalmente la V2), estuvieron lejos de suponer un vuelco en el panorama bélico. Fueron un intento de los alemanes de devolver a los británicos los golpes que les estaban dando desde el aire durante la última parte de la guerra; aunque, como indicas, muchas no terminaron lanzándose sobre la capital inglesa.

    Gracias por el comentario y espero verte más por aquí.
    Un saludo

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