domingo, 26 de julio de 2009

La División Panzer V


La reorganización de las Fuerzas Acorazadas

Tras la rendición del Sexto Ejército en Stalingrado el 31 de enero de 1943, los acontecimientos se precipitan. El Ejército Rojo continúa avanzando en toda el ala sur del frente mientras la Wehrmacht trata desesperadamente de contenerlo. El día 16 los soviéticos toman la importante ciudad de Jarkov, ya en territorio ucraniano. El día 20 tiene lugar la reunión entre Hitler y Guderian mencionada al final de la entrada anterior. Ese mismo día Manstein inicia una de las acciones más brillantes de la guerra, lanzando una exitosa contraofensiva contra los ejércitos rusos que han estado vapuleando a los alemanes durante dos meses. Pocos días después, el 28 de Febrero de 1943, Guderian es oficialmente nombrado General Inspector de las Tropas Acorazadas e inicia automáticamente los trabajos relacionados con su nuevo cargo. Bajo su tutela quedarán las divisiones acorazadas, los panzergranaderos, la infantería motorizada, las tropas de exploración acorazadas, las tropas de cazadores acorazados y las unidades de piezas de asalto pesadas. Durante las jornadas siguientes se reunirá con diversos personajes relevantes de la jerarquía nazi, como Goebbels y Speer, y de las fuerzas armadas alemanas. El día 9 de marzo, en una conferencia ante Hitler y diversos representantes del OKW, el OKH y la Luftwaffe, el general expone sus puntos de vista sobre lo que debería ser la organización de la Panzerwaffe en 1943 y en 1944. En esencia, las ideas de Guderian eran las siguientes:

Objetivos:

-Estrategia de “ataque con objetivos limitados” en 1943, renuncia a formar nuevas unidades con el objeto de dotar a las unidades de plena capacidad de combate. Guderian estima que esta capacidad plena se logra cuando la división alcanza la cifra de 400 carros.
-Realización de “ataques de gran estilo” en 1944, una vez que se haya alcanzado el suficiente número de formaciones con plena capacidad de combate.

Para lograr estos, el general alemán formula las siguientes propuestas:

-El carro básico ha de ser el Panzer IV. Cada mes se ha de completar una agrupación.
-Mas adelante se podrá organizar un numero limitado de agrupaciones de Panther y Tiger, los nuevos modelos de carros que ya empezaban a salir de las fábricas alemanas.
-Con el objetivo de simplificar la producción, la industria se ha de concentrar en estos tres modelos.
-Se ha de dotar a las nuevas unidades de suficientes instructores y se les ha de otorgar un tiempo suficiente para su instrucción. No han de ser enviadas al frente hasta que concluya la misma.
-Por ello, temporalmente se ha de renunciar a pertrechar los teatros de operaciones con carros de nueva construcción, dejando actuar en ellos a las unidades procedentes de botín.
-No lanzar al ataque a los nuevos modelos Panther y Tiger hasta que no se disponga de un número suficiente de los mismos.
-El empleo continuo de las divisiones acorazadas en operaciones secundarias es un lujo que merma su fuerza. Se deben retirar del frente numerosas divisiones acorazadas para proceder a su recuperación, creando de este modo reservas móviles.
-La defensa contracarro sera misión de las piezas de asalto. La artillería de asalto debe quedar subordinada al general inspector.

Guderian nos cuenta en sus memorias como, al menos en teoría, todos los puntos fueron aprobados, menos el referente a la subordinación de la artillería de asalto. Todos estaban en contra de la medida y, por ello, Hitler no aprobó dicha propuesta. A pesar de esto, Guderian sostiene que las medidas aprobadas fueron “desbaratadas y dificultadas en su ejecución” posteriormente. Sea cual sea la causa, lo cierto es que la mayor parte de las medidas sugeridas por el general germano no se pusieron en práctica.

Entretanto, Manstein culmina su ofensiva retomando Jarkov el 14 de Marzo. De este modo, la Wehrmacht consigue equilibrar ligeramente la situación en la URSS tras los desastres de los meses precedentes. Poco después, la llegada del deshielo da a ambos bandos la oportunidad de reagruparse y reforzarse con vistas a la campaña de verano de 1943. Esta pausa permite a los alemanes reorganizar sus exhaustas fuerzas acorazadas. No obstante, antes de echar un vistazo a las divisiones panzer germanas en el frente del este en 1943, volvamos momentáneamente al teatro africano.

Una derrota anunciada

El Panzerarmee Afrika de Rommel venia retirándose desde el otoño de 1942, tras su derrota en el Alamein. Crónicamente cortos de suministros, los restos de las fuerzas del Eje en África no eran rival para las bien aprovisionadas tropas británicas comandadas por Montgomery. A los problemas de los italoalemanes vino a sumarse el desembarco anglonorteamericano en África Occidental en noviembre de 1942. Las tropas desembarcadas comenzaron a dirigirse hacía Túnez, con el objetivo de cercar allí a las fueras del Eje que retrocedían frente a los ingleses.

En esta situación, Las tropas de Rommel llegaron a la línea Mareth, ya en territorio tunecino, en febrero de 1943. En esta época, cuando la derrota alemana era ya inevitable, por fin el alto mando germano se decidió a enviar refuerzos abundantes a la zona. En lo que respecta a las tropas acorazadas, se envió al teatro africano la 10ª División Acorazada y los Batallones 501º y 503º de Blindados Pesados, que en aquellos momentos de la guerra estaban compuestos de manera mixta por carros Panzer III y Tiger. Anteriormente, algunas unidades de ese carro -muy pocas- habían sido lanzadas al combate en Rusia de manera experimental. Pero fue en África donde se emplearon con la intención de cambiar el sombrío panorama que se avecinaba para las fuerzas del Eje en la zona. No lo consiguieron.

A pesar del envió de refuerzos, el alto mando germano no puso todas las tropas bajo mando de Rommel. La mayor parte de los refuerzos enviados al teatro de operaciones africano consistía en el 5º Ejército, el cual estaba comandado por el general von Arnim. Este situó sus tropas en el norte, en torno a Túnez, en tanto que Rommel colocaba a sus Afrikaners en el sur, cerca de la línea defensiva de Mareth. Los alemanes decidieron entonces lanzarse sobre los estadounidenses a los que consideraban más inexpertos que los británicos y, por ello, más fáciles de vencer. A mediados de Febrero, Von Arnim se lanza por el norte sobre Sidi Bou Zid y Rommel hace lo propio por el sur sobre Kasserine, cogiendo en un primer momento a las bisoñas tropas americanas desprevenidas e inflingiendoles una severa derrota. A pesar de la notable descoordinación que existió entre los dos generales alemanes, los Panzers germanos volvieron a cosechar un éxito táctico que, pese a su rotundidad, no pudo alterar el escenario estratégico que, a estas alturas de la campaña, era completamente favorable a los aliados. El ataque sobre Kasserine fue el canto del cisne de los alemanes en África. Tras esta batalla, Rommel se lanzó sobre las posiciones británicas en Mareth, solo para cosechar una de las derrotas más amargas de su carrera. Poco después abandonaba el continente africano para no volver jamás. El mando de las tropas del Eje fue entregado a von Arnim, quién no pudo evitar el colapso de los ejércitos italoalemanes en Túnez, los cuales se acabarían rindiendo en mayo de 1943. En lo que respecta a las tropas acorazadas, las tres divisiones panzer germanas desaparecieron del mapa. las 21ª se volvería a formar en Francia es mismo año. La 15ª reaparecería también, pero como división de panzergranaderos. La 10ª no se volvería a constituir en toda la guerra.

En aquella época, la atención de Hitler se encontraba muy lejos. Concretamente en el sector central del frente del Este, donde una pequeña ciudad de Rusia estaba a punto de convertirse en el escenario de la mayor batalla de carros de combate de la Historia.

Kursk

En paralelo al desmoronamiento del Eje en África, los alemanes estaban reagrupando sus fuerzas para lanzarse a una gran ofensiva en el este. Las fuerzas panzer sufrieron una nueva reorganización, que eliminó de las divisiones acorazadas la mayor parte de los blindados ligeros, salvo unas pocas unidades del modelo Panzer II, los cuales se siguieron utilizando sobre todo en misiones de exploración. Al mismo tiempo, el Panzer III iba cediendo su posición de preeminencia al más armado y mejor blindado Panzer IV. En el año 1943, de acuerdo a las instrucciones de Guderian, no se formaron nuevas divisiones acorazadas en la Wehrmacht.

Hitler se decidió a atacar el saliente que las contraofensivas invernales de Manstein habían dejado en el frente ruso: el saliente de Kursk. La ofensiva recibió el nombre de “Operación Ciudadela”, y para llevarla a cabo el alto mando alemán reunió el máximo número de tropas acorazadas que pudo conseguir. Estas incluían, entre otras:

-siete divisiones acorazadas de la Wehrmacht: la 2ª, la 6ª, la 7ª, la 9ª, la 18ª, la 19ª y la 20ª.
-tres divisiones de Panzergranaderos de las SS, La Leibstandarte, la Das Reich y la Totenkopf, agrupadas en el II cuerpo acorazado de las SS.
-ademas, a varias divisiones acorazadas como la 4ª o la 5ª se les asignaron misiones de apoyo y participaron, más o menos directamente, en la ofensiva.

Las divisiones blindadas de las SS, sobre todo tras su intervención en la toma de Jarkov en 1943, iban a adquirir paulatinamente mayor importancia que las de la Wehrmacht en el conjunto de la maquinaria bélica germana. En los últimos años de la guerra, diversas divisiones de las Waffen SS serían reformadas como divisiones panzer. Además, desde mediados de 1943 en adelante, la fuerza de las divisiones acorazadas de las SS iba a ir en constante aumento. Por contra, sus equivalentes en la Wehrmacht verían disminuir cada vez mas sus ya menguados recursos.

No vamos a detenernos aquí en si el hecho de lanzarse a la ofensiva en Kursk fue un error o no, ya que no es el propósito de este análisis. Lo que sí vamos a realizar, tal y como venimos haciendo en los artículos precedentes, es una breve referencia a la composición de las divisiones acorazadas que participaron en la ofensiva.

Los alemanes lograron reunir alrededor de 2700 carros de combate, la mayor parte de los mismos encuadrados en las divisiones antes mencionadas. Es difícil ofrecer un panorama general, ya que los números varían demasiado de una división a otra. Por poner un ejemplo, la 2ª División acorazada contaba con unos 125 tanques y 60 eran Panzer IV. Por otro lado, la 18ª tenía en sus filas unos 60 blindados, de los cuales solo 24 eran del modelo IV. En general, nos acercamos bastante a la realidad si sostenemos que las divisiones acorazadas de la Wehrmacht tenían de media algo más de un centenar de carros y que en torno al 40-50% de los mismos eran Panzer IV.

Las cifras de las divisiones de las SS son más difíciles de analizar. Los números varían mucho de unas fuentes a otras. El historiador británico Gordon Williamson afirma que el Segundo Cuerpo Acorazado de las SS tenia 600 tanques justo antes de la Batalla de Projorovka el 12 de julio, esto es, una semana después del inicio de “Ciudadela”. Si tomamos esta cantidad como correcta, y teniendo en cuenta además que es de suponer que las tres divisiones de las SS que formaban este cuerpo acorazado hubiesen perdido ya parte de los blindados con los que contasen al inicio de la ofensiva, sería factible deducir que las unidades de las SS eran, como mínimo, el doble de potentes que sus contrapartes de la Wehrmacht. No obstante, también existen fuentes que consideran estas cifras como notablemente exageradas.

Durante la Operación Ciudadela, los alemanes pusieron en acción contingentes considerables de los nuevos tipos de carros de combate que salían de sus fábricas. De los blindados empleados por los alemanes en Kursk, algo más del 10% eran unidades de los novedosos modelos Panther y Tiger. Desafortunadamente para la Wehrmacht, para estos tanques todavía no se habían solucionado los fallos que toda nueva arma muestra en los primeros compases de su existencia. En otras palabras, estaban todavía “en rodaje”. Aproximadamente 300 Panther, descritos por Guderian como “nuestros hijos enfermizos”, fueron lanzados a la batalla sin que se hubiese dado el tiempo suficiente para corregir diversos errores en su suspensión y en sus sistemas de tiro. La falta de rodaje del que luego sería uno de los mejores carros de combate de la Segunda Guerra Mundial hizo que sus bajas fueran excesivas. Según el historiador español David Solar, una semana después del inicio de la ofensiva solo seguían en pie 16. Muchas pérdidas se debieron a fallos mecánicos propios y no a daños producidos por el enemigo. El papel de los Tiger, empleados en número considerablemente menor, fue más esperanzador. Su cañón de 88 mm era capaz de destrozar todo lo que se le ponía por delante, y su blindaje frontal era impenetrable para los cañones de los T-34 rusos. El centenar de carros de este modelo utilizados en el ataque sobre Kursk tuvo, a pesar de sufrir también numerosos fallos asimismo achacables en gran medida a su juventud, un papel bastante destacado en los enfrentamientos en los que tomaron parte. Estos nuevos tanques se agruparon en destacamentos o compañías que se adhirieron a las divisiones acorazadas. Por ejemplo, cada división del II Cuerpo Panzer de las SS tenía una compañía de Tiger I formada por 15 carros de este tipo.

A pesar de la concentración masiva de carros de combate y del empleo de los nuevos ingenios acorazados, la Wehrmacht no consiguió superar la formidable barrera defensiva que los soviéticos, informados de las intenciones germanas por sus servicios de inteligencia, habían situado en torno a Kursk. El Ejército Rojo desplegó alrededor de 3000 carros de combate en la zona. Las cifras de pérdidas, tanto las alemanas como las soviéticas, son difícilmente contrastables. Podemos estimar, y solo estimar, que los germanos perdieron un millar de tanques, y los rusos un número considerablemente superior. Durante el combate en Projorovka, en el momento esencial de la ofensiva, 600 carros germanos y 850 soviéticos, encuadrados en el 5º Ejército de Tanques de Guardias, quedaron a distancia de tiro unos de otros y se destriparon mutuamente. Aproximadamente la mitad de ellos fueron destruidos durante la batalla. Los alemanes perdieron menos blindados que sus enemigos, pero no consiguieron que estos cedieran. Las tropas rusas contuvieron tenazmente la ofensiva germana y además, aun sufriendo mayores pérdidas que sus oponentes, tenían mayores reservas disponibles y pasaron automáticamente al ataque. La Wehrmacht, por el contrario, nunca recuperaría la iniciativa, ni en esta batalla en particular, ni en todo el Frente del Este en lo que quedaba de guerra. Citando nuevamente a Guderian:

“Por el fracaso de la Operación Ciudadela habíamos sufrido una derrota decisiva. Aquellas fuerzas acorazadas reconstituidas y reorganizadas a costa de tantos trabajos quedaron incapaces para actuar a consecuencia de las graves pérdidas en hombres y material. Su recuperación en tiempo apropiado para la defensa del frente oriental, y sobre todo para la defensa en la primavera próxima contra el desembarco de los aliados en el frente occidental, era dudosa. Era comprensible que los rusos se aprovechasen de su éxito. El frente oriental no tuvo descanso en lo sucesivo. La iniciativa había pasado finalmente a manos del adversario”

Alemania se había jugado el todo por el todo en el este y había salido derrotada. El Tercer Reich nunca más pudo lograr una concentración de blindados como la de la Operación Ciudadela. Por contra, el Ejército Rojo en pocos meses se había recuperado de sus pérdidas y conseguiría poner en combate grandes masas de fuerzas acorazadas todavía más impresionantes que la de Kursk en los años siguientes.

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