domingo, 2 de agosto de 2009

La División Panzer VI


Panorama general tras la Batalla de Kursk.

Durante el verano de 1943, las fuerzas armadas alemanas pasan a la defensiva en todos los frentes. Sus ejércitos se tambalean tanto en el este, donde la Unión Soviética consigue hacer retroceder a toda el ala sur germana y tomar Kiev en noviembre de 1943; como en el mediterráneo, donde las tropas angloamericanas toman Sicilia en agosto y desembarcan en la península italiana en septiembre. El papel de las fuerzas acorazadas en estos hechos fue reducido. Mermadas tras la batalla de Kursk, las divisiones panzer alemanas fueron dispersadas por los diferentes teatros de operaciones con el objeto de reforzar las debilitadas defensas de la Wehrmacht.

Divisiones Panzer en Italia.

Italia vino a ocupar el lugar del teatro norteafricano en las prioridades del Reich. No fue el centro de su atención, pero desvió a la zona considerables fuerzas que contuvieron a los angloamericanos en una serie de combates defensivos a lo largo de todo el país transalpino. Varias unidades acorazadas fueron desplegadas en aquella área. Destacan las siguientes:

-La 16ª, destruida en Stalingrado y reconstituida en 1943. Contaba con 92 Panzer IV y 40 cañones de asalto, además de con varios carros de mando y 7 tanques lanzallamas
-La 24ª, destruida en Stalingrado y reconstituida en 1943, contaba con 49 Panzer IV, 42 cañones de asalto, varios carros de mando y 14 tanques lanzallamas
-La 26ª, considerablemente más débil que las anteriores, ya que gran parte de sus carros fueron trasladados al frente del Este. Estaba formada por 16 Panzer III, 53 Panzer IV, varios carros de mando y 14 tanques lanzallamas

Vemos como, a finales de 1943, el Panzer III prácticamente había desaparecido de las divisiones acorazadas germanas y el Panzer IV pasaba a ocupar el papel de espina dorsal de estas unidades. Podemos comprobar también como las formaciones acorazadas seguían teniendo de media poco más de un centenar de blindados. Además, se observa como los cañones de asalto aparecen en gran número y comienzan a ocupar un lugar antes reservado a los tanques. Estos cañones eran piezas de asalto montadas sobre los chasis de los diferentes modelos de Panzer utilizados por la Wehrmacht. El más conocido de todos, el StuG III, estaba montado sobre el chasis de un Panzer III. Estos vehículos estaban dotados de cañones de gran calibre (por lo general 75 mm o superior) y ofrecían a las divisiones panzer una potencia de fuego que ya no podían proporcionar los modelos de carros de combate anteriores al Panzer IV. Los StuG fueron ampliamente utilizados por los alemanes, sobre todo en la segunda mitad del conflicto. Eran menos versátiles que los carros de combate, ya que no estaban dotados de torreta giratoria; pero su producción era más rápida y barata que la de los tanques, dado que hacían gala de una menor complejidad mecánica. En general, eran ingenios mejor preparado para labores defensivas que para operaciones ofensivas.

Además de las divisiones panzer de la Wehrmacht antes indicadas, se desplegaron en el frente transalpino las divisiones de panzergranaderos de las SS Leibstandarte Adolf Hitler (1ª) y Reichsführer. (16ª). No estaban bien equipadas, ya que la Reichsführer todavía atravesaba su periodo de formación y la Leibstandarte había dejado la mayor parte de sus blindados en el Frente del Este. Por ello, no jugaron un papel destacado en la campaña italiana, pero si se ganaron -o, mejor dicho, consolidaron- una lamentable reputación por su crueldad en la lucha antipartisana y por las atrocidades cometidas contra la población civil.

Las divisiones panzer de la Wehrmacht colaboraron con el resto de unidades del ejército, frenando el avance aliado por la península italiana hasta extremos desesperanzadores. Como resultado de la tenaz defensa germana, cuando los rusos entraron en Berlín, los angloamericanos no habían podido todavía romper las ultimas posiciones germanas en el norte de Italia.

La segunda mitad de 1943 en la URSS.

Tras el fracaso de Kursk, las unidades blindadas alemanas -en su mayor parte- permanecieron en el este, repartidas entre el resto de las divisiones del Heer e intentando infructuosamente frenar el arrollador avance soviético. En ocasiones las formaciones de carros obtuvieron éxitos puntuales, pero no fueron más que pequeños oasis en la abrumadora marea roja que no había hecho más que comenzar.

El Frente Ruso continuó siendo la principal preocupación de la Wehrmacht y el campo de batalla donde esta concentró la mayor parte de sus esfuerzos. En la segunda mitad de 1943, estaban desplegadas en la zona las siguientes divisiones acorazadas.

-la 2ª,la 3ª,la 4ª,la 5ª,la 6ª, la 7ª, la 8ª, la 9ª, la 11ª, la 12ª, la 13ª, la 14ª -destruida en Stalingrado, reconstituida y enviada al Este en noviembre de 1943-, la 16ª -enviada desde Italia a Rusia en diciembre de 1943-, la 17ª, la 19ª,la 20ª,la 23ª,la 24ª -enviada desde Italia a la URSS en noviembre de 1943- y la 25ª -enviada desde Noruega y Francia a la URSS en noviembre de 1943-.

Además, las SS también tenían desplegadas en la zona, salvo a la Leibstandarte, a sus mejores divisiones. Así, en el Frente del Este también se encontraban las divisiones de las SS Das Reich, Totenkopf y Wiking, entre otras.
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El problema aparece a la hora de traducir las unidades a cifras de carros de combate efectivos, ya que las cantidades de tanques de cada división son muy difíciles de calcular. Las divisiones permanecían en combate durante periodos muy prolongados, donde sus blindados eran constantemente diezmados por las continuadas ofensivas soviéticas. A modo de ejemplo, la 14ª, que se tuvo que reconstituir tras ser aniquilada en Stalingrado, contaba con 49 Panzer IV, 44 StuG, una decena de carros de mando y 7 carros lanzallamas. Pero es necesario decir que las cantidades de carros entre las diferentes divisiones variaban considerablemente de una a otra.

A pesar de los esfuerzos de la Wehrmacht, la serie de ofensivas iniciadas por los soviéticos en el verano de 1943 iba a dar sus frutos casi inmediatamente. El centro de gravedad en 1943 estaba localizado en la zona central y sur del frente germano-soviético, y contra este sector dirigió el Ejército Rojo sus esfuerzos con el objetivo de desalojar a las fuerzas alemanas del territorio ucraniano. El ataque soviético comenzó inmediatamente tras frenar a los germano en Kursk, y se desarrolló sin pausas hasta el final de año. Orel, Briansk, Smolensk, Gomel, Jarkov, Melitopol, Dnepropetrovsk y, finalmente, Kiev, caerían en manos del Ejército Rojo en la segunda mitad de 1943. El OKH se mostró incapaz de formar una línea de frente efectiva que frenase los avances rusos que, además, no tenían visos de disminuir. Los soviéticos estaban llevando a los alemanes al colapso, entre otras cosas gracias al buen uso que habían comenzado a hacer de sus poderosas fuerzas acorazadas.

1944

El año comenzó mal para los alemanes en el Frente del Este. En el sur, el Ejército Rojo continuó con la liberación de Ucrania y, en mayo de 1944, había expulsado a los alemanes del territorio soviético en esta república, lanzándolos a tierras rumanas. En el norte, las tropas soviéticas lanzaron una ofensiva que, si bien no consiguió los extraordinarios avances de centenares de kilómetros que estaban protagonizando sus camaradas en el sur, si logró levantar definitivamente el asedio de Leningrado a primeros de año, dejando el frente preparado para lo que iba a ser la batalla más decisiva de la Segunda Guerra Mundial: la Operación Bagratión.

En el teatro de operaciones italiano, las cosas habían variado poco. Los angloamericanos continuaban tenazmente su avance hacia el norte y los alemanes persistían en su no menos tenaz defensa. Esto provocó que la campaña se desarrollase con extrema lentitud. No obstante, a pesar de los esfuerzos germanos por detener a los aliados, Roma cayó en poder de estos en junio de 1944.

En 1944 iba a aparecer otro factor de peso en la contienda: el esperado segundo frente. Los aliados tenían previsto desembarcar a lo largo del año en territorio galo, y los alemanes -a grandes rasgos- conocían estas intenciones. Para ello, comenzaron a situar en Francia un número considerable de tropas (aunque reducido si lo comparamos con el número de formaciones que los germanos movilizaban en el frente oriental) entre las que se encontraban varias divisiones panzer, algunas de nueva creación. No obstante, es preciso señalar que el Frente Ruso seguía siendo el teatro de operaciones al que la Wehrmacht destinaba la mayor parte de sus recursos: en números redondos, 60 divisiones en el oeste frente a 165 en el este. Entre las divisiones acorazadas destinadas en el oeste se hallaban las ultimas divisiones panzer creadas por la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial: la División Panzer 116ª y la División Panzer Lehr (130ª). Estas formaciones eran realmente poderosas:

-La 116ª tenia alrededor de 160 tanques, la mitad Panzer IV y la otra mitad Panther. Tenía además 6 Panzer III y 8 carros antiaéreos.
-La Lehr contaba con más de doscientos tanques, de los cuales un centenar eran Panzer IV, 90 eran Panther, y el resto -una treintena de blindados- eran Stug, Tiger y carros antiaéreos.

Se puede observar como los Panther, una vez solucionados los problemas iniciales, empezaban a jugar un papel destacado en las divisiones acorazadas germanas. Hacía el final de la guerra se habían producido más de 5.000 carros de este tipo. De este modo se intentó, y se logró en ocasiones, que el 50% de los carros de cada división acorazada en el último año de la contienda fueran del tipo Panther. Los Tiger, de los que se produjo un numero considerablemente inferior (alrededor de 1800 entre los modelos I y II), por lo general se destinaron a los batallones de carros pesados que operaban independientemente de las divisiones y se enviaban a los teatros de operaciones en función de las necesidades del momento.

Echemos un vistazo general a las divisiones acorazadas que tenían los alemanes en el oeste:

-La 2ª, la 9ª, la 11ª, la 21ª, la 116ª y la Lehr, por parte de la Wehrmacht
-La 1ª “Leibstandarte Adolf Hitler”, La 2ª “Das Reich”, la 12ª “Hitlerjugend” por parte de las SS

En el plano táctico-operativo, las tropas acorazadas combatieron bien contra los aliados a los que obligaron a avanzar con extraordinaria lentitud. En el plano organizativo, las tropas acorazadas padecieron una serie de taras que añadieron muchas complicaciones a su ya dificil misión:

-El mando de las unidades acorazadas estaba demasiado dividido, dando lugar a un despliegue no adecuado para hacer frente a la embestida angloamericana.
-Von Rundstedt era el comandante general para la zona oeste y, en teoría, tenía el mando de todas las tropas en ese teatro de operaciones.
-Rommel, comandante del Grupo de Ejércitos B, estaba bajo las ordenes de Rundstedt y solo tenía autoridad sobre las divisiones acorazadas 2ª, 21ª y 116ª.
-Las divisiones 1ª y 12ª de las SS junto con la Lehr estaban al mando de Geyr von Schweppenburg, y formaban la reserva móvil del OKW, sobre la que ni Rundstedt Rommel tenían capacidad de decisión.
-El despliegue de las tropas acorazadas fue el resultado de un compromiso entre las ideas de Rommel, que defendía que los tanques debían desplegarse lo más cerca posible de las playas para estar dispuestos, aunque fuera en pequeño número, a hacer frente al desembarco desde el primer minuto; y las de Guderian, que sostenía que el empleo exitoso de las divisiones panzer exigía que se agrupasen todos los carros en formaciones potentes para lanzarlas contra los aliados en el momento en que se conociese el punto crucial del desembarco. El alto mando germano, llegó a una solución que no suponía la aceptación completa de ninguna de las dos posturas. Otorgó a Rommel el mando sobre las divisiones antes mencionadas, pero dejó completamente fuera de su control las formaciones blinadas de Schweppenburg, quien tuvo que organizar una reserva acorazada con mucha menos fuerza de la que, de acuerdo con las ideas de Guderian -y las del propio Schweppenburg-, se exigía para lograr el éxito.

Llegados a este punto, hemos de detenernos un momento. El despliegue de las fuerzas acorazadas en Normandía ha sido y es objeto de un acalorado debate entre los interesados en la Segunda Guerra Mundial. Hoy es fácil dar la razón a Rommel, quien pensaba que las fuerzas acorazadas debían desplegarse cerca de las playas para hacer luchar contra los aliados en cuanto estos pusiesen en pie en tierra. Con todo, hay que puntualizar que cualquier opción tenía sus ventajas y sus inconvenientes. Las divisiones dispersadas y localizadas cerca de las costas hubiesen permitido hacer frente a los angloamericanos nada más que estos desembarcasen, cierto; pero también es cierto que los blindados hubiesen estado sometidos al fuego de los buques de la flota de desembarco, fuego que hubiese podido causarles graves bajas. Además, es necesario hacer referencia a que los alemanes no sabían donde se iba a producir el asalto anfibio angloamericano. Es decir, las fuerzas panzer se hubiesen tenido que repartir en pequeños grupos y diseminar a los largo de los posibles lugares de desembarco, limitando de este modo su efectividad. Todo pertenece al terreno de la especulación y, del mismo modo que es posible que las fuerzas acorazadas desplegadas de esta forma en la costa hubiesen podido empujar a los aliados al mar inmediatamente después de que llegasen al continente; también es posible que hubiesen sufrido fuertes bajas en los primeros días debido a la artillería de los buques aliados consiguiendo simplemente victorias locales que no alterasen el panorama en su conjunto.

Si se hubiesen agrupado todas las fuerzas panzer en reservas operativas móviles a retaguardia de la línea costera, se habría dado a los aliados mucha facilidad para efectuar el desembarco, ya que estos no habrían tenido que enfrentarse a tropas blindadas. A pesar de ello, los defensores de esta teoría sostienen que una vez que los angloamericanos hubiesen desembarcado a sus tropas dejando claro cual era el punto principal de la invasión, los alemanes podrían haberse lanzado sobre ellos con sus grandes reservas acorazadas, causándoles una derrota decisiva. Desde el punto de vista teórico, es aceptable esta suposición. No obstante, desde el punto de vista practico, es necesario hacer referencia a la extraordinaria potencia aérea aliada que, unida a la ausencia casi total de la Luftwaffe, dificultaba sobremanera las maniobras de grandes grupos de blindados. Es presumible que este factor habría privado a las eventuales reservas panzer germanas de su principal función: la consecución de una victoria decisiva.

Tanto las ideas de Rommel como las de Guderian eran consecuencia de sus respectiva carreras. Rommel había estado combatiendo a los británicos en el norte de África hasta el año 1943 y era plenamente consciente de lo que la potencia aérea aliada podía causar a las fuerzas de tierra alemanas cada vez más carentes de cobertura aérea. Por ello veía el fraccionamiento y la aproximación a las playas como un modo de desplegar alguna fuerza acorazada, por pequeña que fuese, en un lugar próximo a la invasión, cualquiera que este fuese. Guderian, el padre de las tropas panzer, seguía fiel a sus ideas de concentración ("Haces daño con tu puño, no con tus dedos") y golpes decisivos ("¡Troncos, no astillas!") que le habían guiado desde el principio. No concebía el uso de las fuerzas blindadas de forma fraccionada, ya que así se reducía su fuerza y se limitaba su capacidad para obtener resultados definitivos en una batalla. Estas ideas, impecables desde el punto de vista teórico, eran difícilmente adaptables al campo de batalla de Francia en el año 1944, donde la Luftwaffe brillaba por su ausencia y la RAF y la USAAF campaban por sus fueros sin oposición, con lo que indudablemente habrían dificultado sobremanera cualquier operación que implicase una gran concentración de carros de combate.

El despliegue de las fuerzas blindadas en el oeste en 1944 fue, como ya hemos señalado, el resultado de un compromiso que no dejo satisfecho a nadie. No dejó satisfecho a Rommel, ya que solo tenía tres divisiones acorazadas donde él quería, y no dejó satisfechos a Guderian y a von Schweppenburg, quienes no pudieron organizar una reserva panzer del tamaño que ellos consideraban suficiente. El resultado es el que todos conocemos. No hubo fuerzas suficientes para echar a los angloamericanos al mar en los primeras momentos ni tampoco se dispuso de formaciones móviles en grandes cantidades para derrotar a los aliados en batallas decisivas durante las jornadas posteriores. Las fuerzas acorazadas se quemaron en dos meses de lucha contra un enemigo muy superior, quedando completamente destruidas al final de las batallas de Normandía. A modo de ejemplo, a la Das Reich le quedaban 15 carros en agosto, a la 21ª División Panzer 10 carros, a la 116ª doce, a la Liebstandarte y a la 2ª División Panzer no les quedaba ninguno, etc.

Breve conclusión sobre el papel de los Panzer en Normandía

¿Dificultó el “extraño” despliegue de las fuerzas acorazadas su efectividad? Podemos afirmar que sí. ¿Impidió la victoria germana? Esto ya sería mucho afirmar. En aquellos momentos, la superioridad aliada era tan aplastante que es muy posible que los resultados del asalto angloamericano hubieran sido los mismos sin importar el despliegue alemán. Las tropas aliadas estaban bien equipadas, gozaban de una cobertura aérea nunca vista y se enfrentaban a una serie de divisiones que, salvando las divisiones panzer y algunas de panzergranaderos, no eran ciertamente las mejores que tenia el Ejército Alemán. Por ello, una vez que consolidaron las cabezas de playa, el resultado final -la victoria angloamericana- era meramente una cuestión de tiempo. Otra cuestión es: ¿el despliegue sugerido por Rommel hubiese impedido la consolidación de esas cabezas de playa? Podemos afirmar, sin ninguna duda, que... es una buena pregunta.

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