domingo, 16 de agosto de 2009

La División Panzer VIII


Lo primero, dar la bienvenida a ? y a Carlos, los nuevos seguidores de la bitácora, así como las gracias a los que llevan aquí desde el principio. Lo segundo, vamos a terminar hoy con el análisis de las tropas acorazadas germanas antes de pasar en los próximos artículos a terrenos menos trillados de la SGM.

La situación a principios de 1945

La fracasada ofensiva germana en las Ardenas suele ser considerada como el último gran ataque el Tercer Reich en la guerra, lo que dista mucho de ser cierto. Los alemanes nunca volverían a lanzar un ataque de tal magnitud en el oeste, donde los aliados tardaron mes y medio en recuperar el terreno perdido tras al inicio del avance germano en diciembre, pero en el este la situación era harina de otro costal. A mediados de enero de 1945, los soviéticos lanzan su penúltimo gran ataque, dirigido está vez contra el propio territorio alemán. Una gran masa de blindados -algunos historiadores apuntan la cifra de 8000 tanques- acompañados por unos tres millones de hombres, arrollan por completo las líneas de la Wehrmacht en el Vístula. Las vanguardias de Zhukov llegan al Oder el último día de Enero. Es decir, en menos de tres semanas, el Ejército Rojo había avanzado aproximadamente desde un extremo a otro de la actual Polonia. En la zona sur del frente, tras semanas de intensos combates, los rusos concluyen la toma de Budapest el 13 de febrero. Solo en el norte, a lo largo de las costas del Báltico, los alemanes consiguen detener provisionalmente el avance del Ejército Rojo. En el resto del frente, la Wehrmacht literalmente se desmorona. En este contexto, los germanos reúnen sus últimas fuerzas acorazadas y se lanzan nuevamente al ataque contra los rusos, no en una sino en dos ocasiones. Ambas ofensivas son poco conocidas ya que en ningún caso estuvieron cerca de cambiar la situación crítica en la que se encontraban sumidas las tropas del Tercer Reich. A pesar de ello no deben pasarse por alto ya que, en términos numéricos, fueron similares al ataque sobre las Ardenas.

Stargard: “Operación Solsticio”

El primero de los ataques se realizó por indicación de Guderian quién, tras la debacle de 1944, había sido puesto al frente del OKH (Alto Mando del Ejército de Tierra). La ofensiva tiene lugar el 16 de febrero en las cercanías de la localidad de Stargard y se denominó Operación Solsticio. En ella emplearon los alemanes alrededor de 1200 carros de combate. El objetivo de la maniobra era mantener abierto el contacto con las fuerzas germanas que aún resistían a los rusos en Pomerania lo que, al menos durante un tiempo, se consiguió. Los carros de combate alemanes que participaron en la ofensiva se repartían entre las divisiones, o más bien los restos de ellas, acorazadas y de panzergranaderos de la Wehrmacht y de las SS que aún estaban en condiciones de combatir. Entre ellas podemos citar las Divisiones Panzer 4ª y 7ª, la 10 División de las SS “Frundsberg” y las divisiones de panzergranaderos de las SS 4ª “Polizei”, 11ª “Nordland” y 23ª “Nederland”. El caos en el que se encontraban sumidas las formaciones germanas en 1945 hace que la estructura y composición de las unidades que todavía contaban con elementos acorazados en esta época sean difíciles de estudiar. No obstante, la cifra de 1200 blindados es la que da el historiador británico Anthony Beevor, por lo que el prestigio de la fuente me hace considerar dicha cifra como adecuada. Asimismo, citaremos la conclusión a la que este historiador llega:

“Lo único positivo que puede decirse de la ofensiva es que sirvió para ganar tiempo. El Kremlin se convenció de la imposibilidad de llevar a cabo un rápido ataque a Berlín hasta que se asegurase el control del litoral Pomerano”

Hungría: la operación “Renacimiento Primaveral”

Tras la caída de Budapest, el Ejército Alemán pierde los últimos yacimientos petrolíferos que todavía se encontraban bajo su control: los pozos húngaros situados en los alrededores del Lago Balatón. Hitler decide quemar sus últimas naves y lanzar a las mejores tropas de las SS a una ofensiva en Hungría, con el objeto de hacer retroceder a los rusos y recuperar los pozos petrolíferos. El VI Ejército Panzer de las SS, tras su mala actuación en las Ardenas, es trasladado a la zona y posicionado a lo largo de la línea del frente. Ochocientos carros de combate de las divisiones Leibstandarte, Das Reich, Hitlerjugend y Hohenstaufen se lanzan al ataque el día 6 de marzo y logran avanzar en algunas zonas unos 40 km. Otras divisiones de las SS (la Wiking y la Totenkopf) que ya se hallaban en el área participaron también en operaciones auxiliares y de apoyo. No obstante, a pesar de los esfuerzos germanos, los soviéticos se reagrupan con rapidez y, una vez superado el golpe inicial, pasarán nuevamente a la ofensiva tan solo diez días después.

Estos dos ataques señalan el fin de la capacidad ofensiva germana. Desde ese momento, la Wehrmacht no será capaz de montar ningún contragolpe digno de tal nombre. En la última semana de marzo la situación se torna definitivamente insostenible. En el oeste, los aliados inician el cruce del Rin y, una vez superados los primeros obstáculos, avanzan hacia el interior de Alemania sin encontrar oposición ya que las tropas germanas, en su mayor parte, se rinden en masa. En el Ostfront, aún cuando la situación es más desesperada, la Wehrmacht ofrece una resistencia tenaz ante los soviéticos. Los alemanes son conscientes de que las atrocidades cometidas por el régimen nazi en el este son incomparablemente superiores a las que tuvieron lugar en el oeste y que, por ello, las represalias rusas serán mucho más temibles que las de los angloamericanos. En esta situación, las rendiciones son menos frecuentes y, cuando se producen, suelen tener lugar tras cruentos combates. Varios centenares de carros germanos -los últimos restos de la Panzerwaffe- dispersados entre las tropas de diferentes armas, seguirán apoyando la caótica resistencia que los soldados alemanes ofrecieron a a las victoriosas tropas del Ejército Rojo hasta el final. A pesar de ello, Viena, Berlin y Praga caerán entre abril y mayo, marcando así el final del Tercer Reich.

Conclusión

Llegamos aquí al final de esta serie de artículos en los que he expuesto mi visión particular sobre las divisiones acorazadas germanas. Volvamos ahora sobre las preguntas que nos hacíamos al inicio. La referente al número ya ha sido aclarada: fueron apenas una treintena las divisiones de este tipo. Esta cifra se eleva a unas cuarenta si consideramos también a las divisiones panzer de las SS. Sea cual sea el cálculo, llegamos a la conclusión de que nunca representaron más del 20% del total de las divisiones de las fuerzas armadas del Reich. Las otras dos preguntas que formulábamos al principio son algo más complicadas y, a pesar de que confió en haber esbozado una contestación a lo largo de estas páginas, sus respuestas quedan a juicio de cada uno. ¿Qué eran las divisiones Panzer? Podemos concluir que fueron una de las herramientas bélicas mejor concebidas de su tiempo. La raíz del éxito de las mismas esta precisamente en su concepción, no en los panzer en sí. Los alemanes, partiendo de los estudios de Guderian, desarrollaron una teoría del empleo del arma acorazada, caracterizada por la concentración y el empleo en masa de los carros, que estaba muy por delante de la de sus enemigos. Utilizaban las divisiones acorazadas como puntas de lanza, como núcleo esencial de su Blitzkrieg, y subordinaban el resto de unidades a las mismas. ¿Eran realmente tan superiores? La concepción de las divisiones panzer como núcleo esencial de una doctrina bélica exitosa, la guerra relámpago, era lo que las hacia superiores a las unidades acorazadas de sus enemigos, y no el hecho de que sus carros fueran mejores que los tanques británicos, franceses, americanos o soviéticos.

Los polacos no tenían una arma acorazada verdaderamente desarrollada como tal en 1939, pero los aliados occidentales sí que disponían de la misma en 1940. De hecho, cuando los alemanes lanzaron su ofensiva general en ese año, los francobritánicos disponían de más soldados y más carros de combate -e incluso de mejor calidad en algunos casos- que los germanos, pero no les sirvieron de nada. Dispersaron su fuerza acorazada entre sus divisiones de infantería, impidiendo de este modo que sus tanques operasen con efectividad. De igual modo, los soviéticos dispersaron sus miles de carros a lo largo de todo el frente en 1941, lo que facilitó la profunda penetración alemana que llegó a los arrabales de Moscú. En África, Rommel, mediante el empleo audaz de un puñado de fuerzas blindadas cronicamente mal abastecidas, tuvo en jaque a fuerzas británicas numéricamente superiores durante más de un año. En definitiva, la Panzerwaffe estuvo, con algunas excepciones como la conquista de Noruega, a la cabeza todas las extraordinarias victorias del Reich durante el periodo 1939-41. No obstante, tras estrellarse ante Moscú, su suerte empieza a caer en picado. ¿Por qué?

La Blitzkrieg era una manera de hacer la guerra que estaba condicionada en gran medida por la situación geográfica y económica de Alemania. Este país, a diferencia de Gran Bretaña o Francia, quienes tenían a su disposición el respaldo de sus grandes imperios coloniales, o de la URSS, la cual disponía en sus extensos territorios de unas materias primas casi infinitas, no poseía más recursos que los que existían en su relativamente poco extenso suelo patrio. Su industria era poderosa, pero dependía de los suministros de materiales que llegaban del exterior. Los estrategas germanos conocían que ese suministro llegaría a su fin una vez que estallase la guerra debido a que su país se encontraría prácticamente rodeado por potenciales enemigos – Francia, Checoslovaquia y Polonia - y a que el Reino Unido, gracias a su dominio del mar, impondría un estricto bloqueo naval al Reich. Por ello, cualquier campaña bélica iniciada por los alemanes habría de ser concluida con rapidez. Se debía impedir que el conflicto se perpetuase provocando que, una vez que los aliados hiciesen uso de todos sus recursos, Alemania cayese victima del agotamiento por falta precisamente de los mismos.

Una vez que los germanos no tumbaron a los soviéticos ni en 1941 ni en 1942, se vio que la Alemania nazi no podía poner fin al conflicto con una rápida victoria. Se atribuye a Napoleón el dicho “no se debe pelear muy a menudo con un mismo enemigo o, de lo contrario, le acabaras enseñando todo lo que sabes del arte de la guerra”. Algo parecido fue lo que sucedió a la Wehrmacht, en general, y a la Panzerwaffe, en particular. Los rusos sufrieron amargas derrotas a manos de los germanos en los primeros meses del conflicto pero, a partir de finales de 1942, una vez que le tomaron la medida a la maquinaria de guerra nazi, se dispusieron a darle la vuelta a la tortilla. Sus superiores reservas humanas y materiales son puestas a disposición del esfuerzo de guerra, lo que se traduce en un incremento extraordinario de su producción bélica. Al mismo tiempo que el Reich comenzaba a tener dificultades para reponer los blindados destruidos en el campo de batalla, la industria soviética empieza a entregar a su ejército más tanques de los que pierde en combate. Estos carros salen continuamente de las fábricas de la URSS para ser encuadrados en grandes formaciones de tanques que, al modo alemán, se empiezan a utilizar en magnas batallas buscando el derrumbamiento del frente enemigo. Kursk en 1943, Bielorrusia en 1944 o Polonia en 1945 serán el escenario de las grandes ofensivas soviéticas en las que el Ejército Rojo hará gala de la pericia adquirida en el manejo de estas formaciones.

En el otro extremo del globo, los aliados no desarrollaron una teoría propia del empleo a gran escala de las fuerzas acorazadas, y tampoco aprendieron el arte del oficio de sus enemigos germanos tal y como hicieron los soviéticos. Por contra, desde finales de 1942 utilizaron su extraordinaria potencia aérea para desarbolar las formaciones de carros que los alemanes empleaban, evitando en lo posible el choque directo entre sus unidades acorazadas y las del enemigo. Dado que la Luftwaffe fue paulatinamente barrida de los cielos por la RAF y la USAAF, no hubo necesidad de modificar este planteamiento en las operaciones que los angloamericanos emprendieron contra el Tercer Reich hasta el final de la guerra.

En definitiva, las divisiones acorazadas fueron una herramienta esencial de la Blitzkrieg en el periodo que va desde 1939 hasta 1941. Esto no se debió a que sus carros fueran mejores ni a que fueran muchos, sino a que eran utilizados de la manera adecuada en un contexto adecuado. Por contra, una vez que los ejércitos alemanes son detenidos en 1942, la Blitkrieg toca a su fin y, con con el fin de la guerra relámpago, desapareció el escenario adecuado para el empleo de las divisiones panzer. Si a la desaparición de la situación propicia para el empleo de estas formaciones unimos el hecho antes mencionado de que los soviéticos y los aliados desarrollaron paulatinamente técnicas para enfrentarse a las tropas acorazadas, tendremos las dos causas esenciales de la merma en la efectividad de las mismas a partir de 1943.

Y, aparte de reiterar mi agradecimiento a todos los que han aguantado pacientemente hasta aquí, nada más por ahora. En los próximos días publicaré la bibliografía utilizada para la elaboración de esta serie de artículos y de todo el blog. Con ella salvaguardaremos los derechos de autor, y servirá como guía para quien desee acceder a más información.

5 comentarios:

  1. Muchas gracias por los articulos, me los he ido leyendo tal como los escribías y he decir que me han parecido muy buenos. Espero ansioso mas articulos tuyos, un saludo!.

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  2. Gracias a tí por la paciencia de leerlos.
    Intentaremos seguir sacando artículos con regularidad.

    ¡Saludos!

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  3. Muy buen artículo, y muy buen blog en general. Espero los siguientes pronto. Ya te he enlazado a mi blog.

    Saludos.

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