domingo, 11 de octubre de 2009

La Batalla de Berlín


Generalmente con este título se suele hacer referencia a la toma de la capital alemana por el Ejército Rojo en 1945, pero lo cierto es que hubo otra “Batalla de Berlín” anterior mediante la cual los aliados occidentales trataron de poner fin a la guerra. Nos estamos refiriendo la campaña de bombardeo que los angloamericanos llevaron a cabo entre noviembre de 1943 y marzo de 1944 sobre la capital germana. Esta “Batalla de Berlín” es poco conocida en comparación con las otras grandes operaciones de bombardeo. De hecho, cuando se habla del bombardeo aliado los primeros nombres en aparecer son los de Dresde o Hamburgo, dos de las ciudades más devastadas por los aparatos americanos y británicos; pero no se suele mencionar a Berlín, cuando lo cierto es que esta ciudad sufrió lo que el historiador Rolf Dieter Müller califica como “La mayor batalla de bombarderos de la historia”

Introducción

“Debe exponerse con toda claridad y franqueza el objetivo de la Ofensiva Combinada de Bombardeos así como el papel reservado dentro de ella al Mando de Bombardeo en virtud de la estrategia acordada por los ejércitos británico y estadounidense. El objetivo es la destrucción de las ciudades alemanas, la muerte de los trabajadores alemanes y la desarticulación de la vida social civilizada en toda Alemania.

Debería subrayarse que la destrucción de edificios, instalaciones públicas, medios de transporte y vidas humanas, la creación de un problema de refugiados de unas proporciones hasta ahora desconocidas y el derrumbe de la moral tanto en el frente patrio como en el frente bélico por medio de unos bombardeos todavía más amplios y violentos constituyeron objetivos asumidos y deliberados de nuestra política de bombardeos. En ningún caso son efectos colaterales de los intentos de destruir fabricas.”
Arthur Harris a Charles Portal (Jefe del Estado Mayor del Aire) el 25 de Octubre de 1943.

Tras la campaña de bombardeos sobre el Ruhr y el raid sobre Hamburgo, el mariscal del aire Arthur Harris, jefe del Bomber Command (mando de bombardeo británico), comenzó a elaborar planes más ambiciosos. El conocido como “Bomber” Harris creía que una serie ininterrumpida de bombardeos sobre la capital germana sería mucho más efectiva que todas las operaciones terrestres que se estaban llevando a cabo contra el Reich, incluyendo la futura operación Overlord. Estimaba, con cierto optimismo, que con 16 grandes ataques sobre Berlín se pondría fin al conflicto. “A nosotros nos supondrá la pérdida de 400 o 500 bombarderos, pero para Alemania significará la pérdida de la guerra” le aseguro a Churchill.

La Batalla de Berlín fue una operación mayoritariamente inglesa a la que los americanos se sumaron tardíamente, solo para llegar a tiempo de ver como eran derrotados los aliados. Debido al carácter británico de la campaña, durante la misma se prestó escasa atención a los objetivos industriales y se planteó como misión principal la destrucción de la capital germana. Diversos historiadores son extremadamente claros en este punto. Rolf Dieter Müller sostiene que “mientras los planificadores de los bombardeos estadounidenses se fijaban en las cifras de producción de las empresas armamentistas alemanas y en las interconexiones económicas, los técnicos de Harris calculaban fríamente como aumentar su capacidad de destrucción. Sus cálculos de proyección no tenían como objetivo el cese de la producción sino la destrucción de ciudades”. El español Fernando Paz añade “la dirección de la ofensiva estuvo en manos británicas desde el principio, de modo que solo fue atacado un objetivo industrial de importancia: la fábrica de FW-190 de Kassel


El Ataque

La noche del 18 de noviembre de 1943 se produjo el primer ataque sobre la capital del Reich. En el trascurso del mismo, 444 aparatos fueron lanzados contra Berlín, perdiéndose solo nueve de ellos. A pesar de que las cifras de pérdidas inglesas fueron notablemente bajas, los daños causados a los germanos fueron igualmente reducidos. El 21 se volvió a producir un ataque, esta vez más limitado, y la noche del 23 los británicos volvieron a preparar un severo golpe lanzando 700 bombarderos sobre la capital germana. En esta ocasión, sí consiguieron causar graves daños a la ciudad, destruyendo gran parte del centro urbano. Sin dejar a los alemanes tiempo para recuperar el aliento, la noche siguiente los anglosajones volvieron a la carga y enviaron 380 bombarderos para que continuasen la labor de sus predecesores. Tras otro pequeño bombardeo, los ingleses dieron por terminada una primera serie de operaciones contra la capital enemiga. Como resultado de esta, 4000 berlineses murieron y 10000 edificios fueron totalmente destruidos. Las perdidas británicas ascendieron a 123 bombarderos. El hecho de que el número de victimas civiles fuese considerablemente reducido si lo comparamos con él de otros bombardeos se debe a los muchos bunkers con los que contaba la capital del Reich. Gracias a ellos, gran parte de la población berlinesa se salvo de las bombas aliadas aunque sus casas no corrieran la misma suerte.

Los ataques continuaron a lo largo de los meses siguientes pero, a pesar de la ingente cantidad de aparatos empleados por los británicos -alrededor de 8000 bombarderos-, las pérdidas germanas no fueron excesivamente elevadas y la moral de la población del Reich no se desmoronó. Aunque los bombardeos causaron problemas a los alemanes estos fueron capaces generalmente de capear el temporal. Por ejemplo, el ministerio de armamento fue alcanzado por las bombas aliadas, pero Speer logró descentralizar las diferentes secciones y continuar con los programas de incremento de la producción bélica. Al finalizar la ofensiva en marzo de 1944, los ingleses habían causado 10.000 muertos a los berlineses, dejando además a un millón y medio de personas sin hogar. Los daños a instalaciones militares o a la capacidad industrial del Reich fueron mínimos. Las pérdidas sufridas por los anglosajones fueron muy elevadas si se atiende a los resultados obtenidos: 495 aviones fueron derribados por la caza y por la defensa antiaérea germana, más de 3000 tripulantes de los bombarderos murieron y alrededor de mil fueron hechos prisioneros.

Tras el fracaso de la RAF, los americanos se suman en marzo a la ofensiva británica lanzando a lo largo del mes una serie de ataques diurnos sobre la capital alemana, pero los resultados globales de la campaña no mejoraron. En su primer raid, el 4 de marzo, los estadounidenses enviaron 504 bombarderos B-17 contra Berlín, pero solo treinta lograron encontrar la ciudad y no causaron daños graves. Dos días después, 627 fortalezas volantes bombardearon la Big B -el nombre dado a Berlín por los tripulantes de los bombarderos americanos- machacando nuevamente la zona. Las pérdidas sufridas por los estadounidenses fueron del 10 por ciento de sus aparatos. El día 8 más de un millar de bombarderos sobrevolaron otra vez la capital del Reich. Los daños causados a las infraestructuras civiles de la ciudad fueron elevados, pero las instalaciones militares permanecieron relativamente intactas. Las bajas de los americanos se incrementaron ligeramente con respecto a los anteriores ataques. Finalmente, el día 22 de los estadounidenses lanzarían su ultimo gran golpe contra Berlín, movilizando más de 600 bombarderos sin conseguir mejor resultado que en las ocasiones precedentes. Las pérdidas americanas alcanzarían de media casi el 12 por ciento de los aparatos enviados contra la ciudad a lo largo del mes de marzo. La cifra es extraordinariamente alta, sobre todo teniendo en cuenta que no se consiguió provocar el esperado derrumbamiento de la capital del Reich y, como consecuencia del mismo, de toda la Alemania nazi.


Conclusiones

La Batalla de Berlín supuso la ejecución de un total de 32 bombardeos sobre la capital del Reich, la mitad de los mismos involucrando más de 400 aviones al mismo tiempo. Como consecuencia de los ataques, la ciudad no fue aniquilada, pero sí resultó dañada en extremo. Sin embargo, estos daños no se tradujeron en una disminución significativa del potencial bélico germano. Las operaciones sobre Berlín, pese a suponer una dura prueba para la defensa antiaérea y la caza de la Luftwaffe, no consiguieron, ni siguiera parcialmente, su objetivo de poner definitivamente de rodillas a la Alemania nazi. La población civil germana, como en gran parte de los bombardeos aliados, fue la gran castigada, mientras que la infraestructura militar del Reich apenas resultó afectada.

Visto con la ventaja que nos da la historia, podemos decir que los aliados cayeron en el mismo error que cometieron los alemanes al centrar sus bombardeos sobre Londres en 1940. La aviación angloamericana trato de buscar la conclusión de la guerra reduciendo Berlín a cenizas, en lugar de centrarse en barrer de los cielos a la Luftwaffe y en destruir las industrias de guerra que alimentaban a la Wehrmacht. El resultado no fue mejor que el conseguido por los germanos tres años antes. La única diferencia fue que los aliados tenían fuerzas de sobra para reponerse de las pérdidas que les causaban los alemanes, mientras que estos nunca pudieron recuperar la posición de preeminencia en lo cielos que ostentaron en el verano y otoño de 1940.

Existen varias semejanzas más con la situación de 1940:

-En 1943 los alemanes habían desarrollado un aparato que, a semejanza del Spitfire británico tres años antes, suponía un formidable enemigo para las flotas de bombarderos: el ME 109G. Este caza desarrollaba velocidades superiores a los 600 Km por hora y ascendía a seis mil metros en seis minutos.

-Las flotas de bombardeo aliadas tenían que atravesar toda Alemania durante su incursión. A lo largo del trayecto eran continuamente atacadas por las instalaciones antiaéreas germanas, que no habían parado de perfeccionarse desde que comenzaron los bombardeos británicos en 1940.

-La caza germana, al operar sobre su territorio -a semejanza de la inglesa en 1940- elegía donde entablar combate con los bombarderos aliados.


El Tercer Reich disponía por aquella época de alrededor de 2500 cazas operativos, una cifra nada extraordinaria si la comparamos con los aparatos que podían desplegar los angloamericanos. De ellos, unos 1650 se encontraban en el teatro occidental, y de estos el 75% se encontraban concentrados en territorio alemán, es decir donde más problemas podían causar al enemigo exponiéndose ellos a los mínimos peligros posibles. No era una fuerza impresionante, cierto; pero su concentración en el lugar oportuno unida a la confluencia de los factores antes mencionados sirvió para provocar considerables destrozos en las formaciones de bombarderos aliadas.

Esto provocó que la Batalla de Berlín concluyese con una derrota para la RAF y la USAAF, derrota ni muy apreciada entonces ni muy recordada posteriormente, pero derrota al fin y al cabo. Los cazas y la defensa antiaérea germana consiguieron abatir un gran número de aparatos enemigos forzando a los aliados a poner fin a sus bombardeos sobre la capital alemana sin llegar siquiera a acercarse en ningún momento a la consecución de su objetivo original: el colapso del Tercer Reich. Como aspecto positivo para los angloamericanos cabe señalar que la moral germana, aún sin desmoronarse, sí resultó dañada. Pese a la propaganda de Göbbels (“nuestros muros se rompen, nuestros corazones no”) los civiles berlineses veían como su ciudad era atacada sin descanso por oleadas de aviones enemigos que, sin llegar por el momento a enseñorearse sobre los cielos alemanes como sí lo harían en menos de un año, parecían inmunes a las pérdidas que les causaban los cazas de la Luftwaffe. Muchos veteranos del frente hacía tiempo que se mostraban escépticos con respecto a la “victoria final”, pero ahora ese escepticismo se empezó a palpar también entre la población civil. Queda a juicio de cada uno, pero posiblemente esta sea una recompensa demasiado baja para los recursos empleados.

En definitiva, la aviación angloamericana se empecinó, con obstinación digna de mejor causa, en reducir a escombros la capital germana, asumiendo los aliados que con ello provocarían el desmoronamiento de la Alemania nazi. Asombra comprobar como cometieron el mismo error en el que habían caído los germanos cuando se empeñaron en bombardear Londres, dando por sentado que así conseguirían la rendición del Imperio Británico. Los alemanes no tuvieron ni oportunidad ni fuerzas para enmendar su error, pero los formidables recursos de los angloamericanos les permitieron replantear la campaña aérea, otorgándole un nuevo enfoque: orientar los bombardeos no solo a la destrucción de las ciudades alemanas sino también como soporte a la gran operación anfibia y subsiguientes operaciones terrestres que emprenderían en Europa occidental en 1944.


Fuentes principales:

“La muerte caía del cielo”
Rolf Dieter Müller
Imago Mundi. 2008

“Europa bajo los escombros”
Fernando Paz
Altera.2008

6 comentarios:

  1. Es muy triste ver cómo todos los bandos se centraban en machacar a los civiles del enemigo, y en despreciar a los del propio.

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  2. Hola Padawan.

    Desafortunadamente, la Segunda Guerra Mundial se caracterizó por el desmesurado número de civiles que perdieron la vida en el conflicto. Sin entrar en cifras exactas es bastante posible que de cada cinco muertos tres no fuesen soldados.

    Un saludo

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  3. Hola,

    Acabo de descubrir tu blog a través de uno de tus seguidores y me ha parecido muy interesante. En especial tus entradas sobre las guerrillas Wehrwolf. Es un trabajo bastante exhaustivo el que estás realizando. ¿Redactas tú mismo basándote en las fuentes que proporcionas o extraes mayormente extractos?

    Pásate por mi blog (ww2diario) si quieres y échale un vistazo. No es tan serio como el tuyo, pero tiene un toque propagandístico bastante gracioso.

    Saludos.

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  4. Hola Lupulox:

    Gracias por el comentario. Me alegro de que te parezcan interesantes los artículos.

    Puedo asegurarte que la redacción, para bien o para mal, es mía. Las citas textuales aparecen entrecomilladas.

    Dejo enlazado tu blog desde este.

    Un saludo.

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  5. Este es el tercer post que te dejo. Quisiera hacer unas consideraciones: a la altura de 1943, yo ya consideraría que no había soldados (militares profesionales) sino civiles con un uniforme obligado, la distinción entre muertos civiles y soldados es un poco falta de base, y mas cuando en todos Europa ya era la 'movilización general' de todas las edades y condiciones. Otra: el III Reich había desarrollado el cañón antiaáereo (cals. 105 y 88) de forma muy eficaz, que mediante un 'ordenador' concentraban automáticamente el fuego en altura y dirección. Las baterías se distribuían en grandes "cuadrados" de 8 piezas, disparando proyectiles de espoleta por altímetro de forma que explotaban no necesariamente al 'tocar' un avión, pero al hacerlo arrasaban con todo en un diámetro de 200 m. Así que las baterías se distribuían para cubrir esos huecos. Desde Suiza / Francia hasta Holanda existía un verdadero cordón de baterías de kilómetros de profundidad que enviaban un 'telón' antiaéreo a través del cual debían arriesgarse los aliados, y Berlín estaba rodeado por un cinturón antiaéreo. Sólo durante unos meses Stalin colaboró con los aliados para que los bombarderos occidentales, tras bombardear Berlín, siguieran vuelo hasta la URSS, repostaran y recargaran bombas, y bombardearan de nuevo Berlín en camino de regreso a Inglaterra (los soviéticos rompieron esta estrategia por suspicacias y resentimiento de que aviones y tripulaciones 'extranjeros' aterrizaran en la patria del proletariado) Los pilotos aliados estaban super estresados pues si resultaban heridos por metralla en el viaje de ida sabían que no iban a ser atendidos hasta regresar 10 horas después. Si eran derribados pero llegaban vivos al suelo, se arriesgaban a ser linchados por multitudes de civiles vengativos, cosa que efectivamente ocurrió varias veces. Y no era para menos: el que fuera canciller Helmut Schmicht perdió padres, abuelos y suegros en los bombardeos. Pese a lo que 'sale' en las películas heroicas, hoy día se admite que prácticamente nunca los artilleros de los bombarderos aliados lograron abatir un solo avión enemigo, eso de que una ametralladora en una torreta o colgada de un cable logre acertar un blanco móvil desde un avión también móvil es un imposible. Pero los bombarderos siguieron embarcando artilleros, ametralladoras y munición sólo para aliviar al estrés de las tripulaciones. Que por cierto tenían un cupo de misiones: 25 salidas sobre Alemania, y a casa (o cambio de destino). En la caza, el cupo era de 75 misiones. Se cree que muy pocos se presentaron voluntarios para repetir otra tanda de misiones. Y una última etapa de locura: por orden de la Cancillería de 1943, los niños y adolescentes de las Hitlerjugen reemplazaron a los adultos en el manejo de los cañones para que los adultos libres de esa ocupación pudieran marchar sobre la URSS ... ???? Los aliados lo mantuvieron en secreto, pues decirles a sus pilotos que quienes les derribaban y mataban eran niños hubiera sido ya lo último.

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  6. Hola Esamagon.

    Muchas gracias por todos los comentarios. Veo que te has leído los artículos a conciencia.

    En mi opinión, que como opinión es discutible, a pesar del alto porcentaje de personal movilizado, bien en las diferentes ramas del ejército, bien en tareas auxiliares, la distinción entre personal civil y personal militar sigue teniendo sentido. Es decir, un soldado de la Wehrmacht es obviamente personal militar; un anciano enrolado en el Volksturmm, aunque sea a la fuerza, podemos llegar a considerarlo personal militar y, por tanto, objetivo militar legítimo; pero si ese mismo anciano está desempeñando tareas de desescombro, incluso aunque este trabajando para una organización nazi ( p.e la Organización Todt) no podemos considerarlo un militar. Es cierto que, como indicas, debido a la movilización general, a ese mismo anciano a día siguiente le pueden dar un Mauser y asignarle el mando de un pelotón ordenandole que defienda un pueblo; pero en tanto eso no ocurra, esa persona no puede ser considerada militar, luego si muere a consecuencia de un bombardeo aliado, deberá ser considerado una victima civil.

    Podemos encontrar mil y una situaciones diferentes, y no dudo que hay argumentos a favor y en contra, pero yo personalmente entiendo que la división entre victimas civiles y militares, no puede ser eliminada.

    En cuanto al resto de los puntos que me indicas, tienes razón en que se dieron situaciones, cuanto menos, interesantes. Por citar dos, en referencia a los linchamientos de pilotos, Jesús Hernandez ha escrito como los aviadores norteamericanos llevaban en algún avión el nombre de Murder Incorporated, lo que ayudó a que la propaganda alemana hablase de los pilotos aliados como “Gansgsters aéreos”, fomentando las reacciones violentas de la población civil contra ellos. Y en referencia a los jóvenes ayudantes de los antiaéreos, Norman Davies indica que el Papa Benedicto XVI de joven sirvió en una de estas unidades.


    Un saludo y espero que sigas por aquí.

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